Mientras que Christopher y Kimberly eran atacados por sorpresa en aquel cementerio donde tantas verdades ocultaban. En el instituto Bones sucedía algo inesperado para los alumnos, las piezas del juego empezaban a moverse.
-Quiero a los alumnos listos, su primera misión comenzara esta noche.
Hay ciertos tipos de personas que se corrompen fácilmente con el poder, se ciegan con aquel futuro que desean, y para obtenerlo son capaces de arriesgar muchas cosas, incluso matar a sus herederos, ¿Pero a quien le entregaran el futuro que buscan cuando ya no podrán vivirlo?
Aquel que morirá por la codicia es de una altura promedia, cabellos dorados, mirada perdida, pareciera que siempre está por llorar débil pero inteligente, es el heredero de los Delveccio y a quien mataran por codicia. Él lo sabe y no puede hacer nada, es su destino quizás y lo aceptara, dará su vida por la codicia.
-Señor, ¿cuándo entraremos al colegio?
-en dos noches, estén listos para entonces, a la medianoche entraremos
-Señor, ¿si el amo menor se opone o nos da pelea?
-lo matan
Mientras el jefe de los Delveccio preparaba la destrucción del instituto Bones, Christopher y Kimberly caían en la trampa de aquel desconocido.
-bien, obedecieron, buenos niños, tendrán su premio, la respuesta que ambos buscan está más cerca de lo que creen, ahora lo que en verdad importa, tengo en mis manos, las personas más importantes para ustedes, tienen dos horas para encontrarlos antes de que mueran. –en aquel momento colgó pero no sin antes hacerles escuchar los gritos de ayuda y dolor de Sam y Nathiel
-no pienso ponerme a traducir sus palabras –dice Kimberly enojada- ¿qué les estarán haciendo?
Christopher no le estaba prestando atención a sus palabras, ya estaba a un par de metros de ella “apúrate idiota” le grito a lo lejos, solo hizo una rabieta en voz baja en respuesta. Faltaban unas horas para el amanecer, ellos se dirigían al único lugar que se les ocurrió, el hogar de sus enemigos, el instituto Bones, ahora solo podían confiar uno en el otro, se necesitaban para salvar a los suyos y ellos lo sabían.
Corrían a la par, con sus cuchillos en mano, no miraban a sus espaldas, solo hacia adelante dispuestos a matar a quienes se pusieran en su camino. Cuando llegaron a la puerta de aquella iglesia tétrica, Christopher le entrego uno de sus cuchillos a Kimberly, y aquel que le quedaba en su mano derecha lo dividió en dos, su cuchillo favorito, uno doble.
Ambos en cada extremo de las puertas, miraban hacia adentro para ver quienes los esperaban, a su sorpresa no había nadie, solo la oscuridad los esperaba, se lo suponían, lo que los sorprendió fueron las pantallas alrededor del gran árbol, a pesar de la oscuridad las pantallas se podían ver. Una vez decididos a entrar abrieron las puertas a la par, como una película de terror las grandes rejas se cerraron inundando el silencio con un gran golpe al cerrarse, ambos se miraron y se sacaron las chaquetas del colegio a la vez. Al moverse los primeros metros grandes reflectores se prendieron alrededor del árbol, no llegaban a iluminar todo el lugar, solo sectores, (imaginen un poste de luz, con cuatro reflectores ubicados hacia los cuatro puntos cardinales, imaginen el suelo iluminado solo en cuatro partes, y cuatro partes oscuras, así estaba el colegio, iluminado solo en los puntos cardinales) las pantallas se prendieron pero no se lograba ver nada, solo líneas, se volvieron a mirar y se prepararon para ser atacados, pero nada sucedió, comenzaron a moverse, sin dejar de mirar a sus costados, hacia atrás previniendo un ataque, a los aproximados cinco metros las pantallas y los reflectores se prendieron, a los siete metros las pantallas comenzaron a emitir imágenes, primero el símbolo del colegio, el fondo era negro, el símbolo de un color blanco con sus hermosas serpientes en cada extremo de un color gris, dentro un Bones escrito, como siempre la “B” en rojo, giraba alrededor de su mismo eje, a los ocho metros recorridos el escudo del colegio desapareció, ahora había una boca pintada perfectamente de rojo, les sonreía macabramente, era la satisfacción de su plan, luego desapareció y ahora en las pantallas se veían a Sam y Nathiel con unas vendas negras en los ojos, sentados en sillas de metal, esposados en los extremos, la pantalla estaba en dividida en dos, por lo que daba a entender que ambos estaban en habitaciones diferentes, “Christopher esto es…” intento decir Sam pero el primer golpe eléctrico le recorrió el cuerpo y solo podía gritar, se lograba ver el sudor en la frente de Sam, las habitaciones debían ser calurosas pensaron Christopher y Kimberly, eso empeoraría las cosas.
-que lengua larga la ojos claros –dijo una mujer colgada en el balcón, sus piernas estaban sobre el barandal de cemento del balcón, para su sorpresa era un bufón, un payaso, tenía los labios perfectamente pintado en rojo, tenía el rostro cubierto pero no por completo, solo desde la nariz hacia arriba, una máscara lisa de un color blanco, ropa ajustada al cuerpo, un traje blanco con pelotitas negras en los extremos, a lo largo en el brazo, y sobre el pecho –se merecía ese ataque
-déjenlos en paz –grito Kimberly.
-“Déjenlos en paz” –repetía en modo de burla y comenzó a reír de manera psicópata, el movimiento al reírse la hizo resbalar y caer el suelo, aterrizo con la cabeza, un gran crujido cuando su cuello se rompió
-aprovechemos a movernos y busca… -un gran disparo lo interrumpió, buscaron el lugar del impacto y encontraron al bufón de pie, pero se había disparado así misma, tardaron en darse cuenta que no era la misma bufón, si no que una copia exacta, con el mismo traje, mismo maquillaje.
-pido disculpas por la anterior –pateo el cuerpo hacia atrás, manchando unos de los zapatos blancos en rojo –me presento soy… -antes de lograr terminar la frase una bala impacto en su cabeza, una línea de sangre recorrió la máscara, perdiéndose en el labio rojo y manchando el traje blanco, sobre una rama del gran árbol se encontraba otra copia exacta de la bufón.
-Soy Pagliaccio –salto de la rama, pero en el aterrizaje se torció el tobillo y le costaba el mantenerse en pie, lagrimas salían por debajo de la máscara, llevo el arma a su boca y jalo el gatillo.
-Pagliaccio nos llamamos –otra bufón hablo sobre el balcón, antes de inclinarse para saludar, se hizo dos pasos hacia atrás, toco el barandal con dos dedos y los dos alumnos entendieron, un error y muere, llevo una brazo a su estómago, y se inclinó en modo de respeto –pido perdón por la falta de respeto de mis… -miro el cuerpo de las otras tres con una sonrisa –ex compañeras, ahora sin más tardar por favor que comience el entretenimiento –dio dos aplausos y los alumnos del instituto Bones salieron de las sombras
-creo que estamos en problemas
-mueve el trasero cara de niña
Las pantallas ahora mostraban nuevamente a Sam y Nathiel, en este momento más bufones los estaban maltratando, en el fondo se podía ver a Caleb sonriendo “traidor” pensaron los dos a la vez, si algo es peor que jugar a dos puntas, es jugar a tres.
El rostro de Christopher cambio, ya estaba dejando ser el, era la hora de que el instituto conociera quien era Stephanoz, estiro los brazos a sus costados los cuchillos con mayor filo. Kimberly quiso tomarlo de brazo para hablarle, Stephanoz la aparto
-Le da asco el contacto humano –dijo Lucas a espaldas de Kimberly –un gusto soy Lucas
-y yo soy América, eres linda, ¿Sabes?
-basta América, estamos en problemas ahora, deja el ligue para después.
-ok
América saco de sus botas dos pistolas, Lucas dos tipos de cuchillos al estilo espadas, se miraron, e intercambiaron un arma, ahora ambos tenían una pistola y una espada, comenzaron a correr, por distintos lugares cubriendo más territorio, Stephanoz ya había matado a cinco. Disparos iban y venían, cuerpos caían, pero Kimberly aun no reaccionaba, ese cambio repentino en Christopher, un golpe la despertó de sus pensamientos, dos de sus compañeros estaban a atacándola.
-Estúpidos.
Kimberly estiro sus brazos para defenderse, cuchillos en mano, miraba con extrañeza el cuchillo que le dio Christopher, esquivaba, se movía hacia los costados esquivando golpes, los cuchillos, con un suave movimiento y fuerza le clavó el cuchillo en el cuello a uno de sus atacantes, le atravesó el cuello y para acabarlo lo giro en el lugar. Los cuchillos chocaban ruidos secos, incluso algunas chispas, para Kimberly no era un oponente, solo una práctica, se cansó de jugar, debía llegar rápido a Nathiel, trabo el cuchillo de su oponente con los dos de ella, golpeo fuerte el pecho de su oponente con una patada, pateo el cuchillo lejos, se arrodillo y le clavo los dos cuchillos en el corazón.
-estúpido
América y Lucas tenían sus oponentes, algunos le daban lucha, otros simples novatos, sus municiones iban directo a la cabeza de los demás, sus espadas se clavaban en cuellos o corazones. A América se le cayó la espada, Lucas le arrojo la de él, América lo cubrió mientras el corría a buscar la espada, encajaban muy bien.
Stephanoz se movía lentamente en la oscuridad, mientras mataba a sus compañeros de clases, olvidando los momentos de risas, saludos en los pasillos. No solo los mataba, sino que también los hacia sufrir, les clavaba el cuchillo en el hombro y luego los giraba en el lugar, luego los clavaba en su cuello para acabarlos. Tenía a dos atacantes con él, ambos con un arma, a lo lejos se acercaban cuatro más, no pudo jugar con sus dos primeros contrincantes, solo les corto el cuello con un corte ligero y rápido, comenzó a correr hacia los cuatro atacantes, tiro los cuchillos hacia dos de ellos clavándolos en el cuello, luego se arrojó al suelo, sacándoles a dos cadáveres las armas que tenían en sus manos, les disparo las rodillas a los dos que faltaban, quienes se acercaban corriendo a él, cayeron al suelo, él se levantó, se acercó y les disparo en la frente.
Dos gritos de dolor les llamo la atención a Christopher, Kimberly, América y Lucas. En las pantallas del gran árbol se veían a Sam y Nathiel, ambos sufriendo de un gran dolor, estaban siendo electrocutados, sus uniformes estaban rotos, no tenían mangas en sus camisas, estaban cubiertos de sangre, sus ojos estaban hinchados, los labios partidos, en sus brazos desnudos estaban cubiertos de clavos que los atravesaban, en ese momento entraba Caleb a la habitación de Sam, le clavaba un clavo en cada palma de la mano, luego salió y entro a la habitación de Nathiel y repitió el proceso, salió. Stephanoz grito, un grito de furia, y cayó al suelo. Lucas lo había golpeado la nuca con el arma. Cuando Christopher despertó se desesperó no sabía dónde estarían, debía encontrar esa habitación, Sam lo necesitaba. “en la última torre” le dejo América, habían descubierto donde los tenían.
-perdón por golpearte, pero Stephanoz no me iba a escuchar
-está bien, hiciste bien
-ah por cierto él es… ¿Quién eres?
-Mi nombre es Zamir, un gusto
-te he visto en los pasillos –se levantó rápidamente, y puso el cuchillo a centímetros del cuello de Zamir- Eres un traidor
-no, estoy de su lado, ahora solo busco…
-venganza, buscamos lo mismo, ¿Por qué lo buscas, que te han hecho?
-mi familia me tendió una trampa, me encerró acá sabiendo que no soy capaz
-eres muy capaz –extendió la mano, aun con duda, y preocupación ya que su ultimo aliado lo traiciono – ¿aliados?
-amigos me gusta mas
-amigos
A lo lejos, una gran mansión, rodeada de vías de tren que cada hora entraban al gran castillo, y luego de media hora volvía a salir. En el gran salón sentado sobre aquel sillón rojo estaba el jefe de la familia Delveccio, frente a él había una mesa con cuatro tazas de café, una para cada jefe de las familias poderosas, Alighieri, Deary y Notri.
-señor, nuestro hombres están listos.
-estén listos, en la próxima noche atacaremos.
Christopher, América, Lucas, Kimberly y Zamir estaban sentados alrededor del gran árbol, algunas pantallas estaban rotas, rajadas, tenían agujeros de balas, solo una pantalla seguía “viva”, en ella solo se podía ver el escudo del colegio que giraba sobre su propio eje, alrededor de ellos los cuerpos de los alumnos muertos, algunos en la luz y otros en las sombras, incluso había aquellos que estaban con la mitad del cuerpo en la oscuridad y la otra parte alumbrados, con sus rostros desfigurados, con la sangre cubriendo el suelo de la iglesia, que iban hacia las raíces del gran árbol.
-fuerte gracias a la sangre de los inocentes, mientras otro mueren, él vive más.
-La torre tiene siete pisos, el primero está vigilado y me imagino que el resto igual.
-¿Quién los cuida?
-las bufones.
-bien un error y mueren
-no, estos no han cometidos errores, intentamos entrar mientras estabas inconsciente –dijo Zamir
-no es por echarte en cara nada, pero solo has logrado matar a dos, y tú no eres de gran ayuda en esto, deberías quedarte. –respondió secamente Christopher
-no puedo quedarme, no debo –se levantó Zamir del suelo, haciéndole frente a la situación, la adrenalina le corría por las venas, le llenaba el cuerpo.
-no podemos estar cuidándote la espalda, según ustedes esas bufones no cometen errores, nosotros tampoco podemos.
-dame una oportunidad, estoy destinado a morir, y si moriré que sea por algo bueno y no por el poder que buscan.
-bien, quédate, pero cambia ese destino, quítale el poder a esas personas, si no puedes hacerlo, vete ahora.
-será mejor que entremos ahora –dijo Zamir dirigiéndose a la última torre
-Christopher, ¿Está bien que se quede?
-Lucas, él es la pieza que nos falta.
-La puerta de la torre tenía un aspecto de antigüedad, de fragilidad pero era más resistente de lo que creían, golpes, patadas, disparos, nada lograba abrirla. Una gran explosión a unos metros de la gran puerta los puso alerta, preocupados de lo que fuese a suceder se pusieron en guardia, dispuesto a atacar, Zamir salió de los escombros.
-Creo que era más fácil, ha y las bufones del planta baja ya no podrán atacar, quedaron bajo los escombros.
Entraron, por encima de los escombros, obviamente no había ascensores, así que subieron por las escaleras, arriba los esperaban cuatro bufones, copias entre ellas, copias entre las que estaban muertas en el patio, cada una tenía una espada en cada mano, se pusieron en posición, y atacaron, los cuatro alumnos, se cubrieron las espaldas, una bufón para cada uno, golpes iban y venían, en cierta forma no era oponentes, en menos de diez minutos lograron acabarlas, así fue durante los próximos pisos hasta llegar hasta los últimos tres, las bufones aumentaban, su capacidad de pelea y fuerza igual, pasaron de tener dos para cada uno a cinco. En el quinto piso las bufones manejaban desde cuchillos a armas, tenían mayor agilidad, las pelotitas negras que tenían en el cuerpo no eran solo adornos, también eran bombas, dependiendo la bufón, cambiaba el tipo de bomba, desde bombas a gatillo, hasta a gases. Las cosas empeoraban, el tiempo se iba rápidamente, pronto amanecería, y llegarían los profesores, las cosas serían peor, ellos eran asesinos expertos.
-vamos, yo me encargare de ellas, sigan subiendo los pisos –grito Zamir –déjame cambiar mi destino Christopher
-pero no asi…
-¡vamos muevan el trasero!
Dejaron atrás a Zamir, luchando contra las bufones, fue un duro golpe, a pesar de que apenas estuvieron con él una horas pero que se halla sacrificado por dos personas que capaz halla solo visto un par de segundos en su vida, enfureció a Christopher, al llegar al sexto piso una gran explosión del piso de abajo se produjo, pero esta vez nadie salió de los escombros. Más bufones que enfrentar.
-déjenos a nosotros, es hora de demostrar de lo que somos capaces.
-no, no dejare que nadie mas mue…
Lucas empujo a Christopher hacia la escalera, América a Kimberly, robaron una bomba a una de las bufones y la estallaron en la entrada de la escalera, era una bomba de gas, lo que tocaba derretía, lo que hizo que Kimberly obligue a Cristopher a subir
-ellos eligieron eso, no podemos hacer nada, no puedes controlar el futuro de los demás, no le quites el futuro a quienes están maltratando arriba.
A lo lejos en la mansión de los Delveccio ponían las últimas piezas en su lugar
-quiero que la dejen ir, que la lleve con su madre, en el mejor momento la matan.
-sí señor.
-¿El amo menor?
-supero la dos primeras pruebas, está en la última.
-bien, era un poco capaz, pero aun así si se interpone mátalo.
Una niña pelirroja salió de una habitación, en ella tenía todos los gusto que una niña podía tener, pero ella era infeliz, la niña iba vestida con un vestido rojo, y una vincha en el cabello, ojos claros y de piel blanca. La subieron a un helicóptero y la llevaron junto a su madre.
El último piso era enfrentar a un gran contrincante, a la directora, en una habitación oscura, grande. Los alumnos subieron, Christopher ya furioso, Kimberly agitada. La directora estaba vestida con un vestido negro ajustado a sus curvas, una camisa blanca marcando sus atributos de mujer. Les sonreía, les aplaudía.
-felicitaciones, han superado los dos primeros niveles con gran éxito, lo lamento por sus amigos, ahora deberán salvar a los dos que queda.
-como sabemos que aún viven, capaz ya los han matado, y nosotros dejamos sacrificar a las personas como si nada.
La directora aplaudió, la habitación oscura se ilumino, las paredes, incluyendo techo y suelo eran pantallas, en ellas se veían a Sam y Nathiel en una misma habitación, estaban vestidos con camisas de fuerzas, manchadas de sangre, unas antiparras cubriéndoles los ojos, las bocas cocidas, colgados de cadenas. Debajo de ellos había grandes piletas llenas de agua, cables pelados alrededor. No se podía distinguir si estaban conscientes.
-si doy la orden de que caigan morirán sufriendo.
-como sabemos que estaban vivos, o solo están sus cadáveres colgados –dijo Kimberly
-bien, se los demostrare –la directora llevo una mano a su oído, y dijo lentamente –Caleb muestrales –Caleb entro a la habitación, dirigio un control hacia los alumnos colgados, los gritos comenzaron ahogados en parte porque no podían abrir la boca, algunos hilos cortaron los labios de los alumnos y sangre comenzó a caer a las piletas –bien, basta, ¿desean más pruebas?
Christopher grito, había estallado, su furia recorría las venas, mataría a todos, corrió hacia la directora, comenzó a atacarla, se movía con agilidad, atacaba con ambos brazos, la directora utilizaba espadas, chocaba con los cuchillos de Christopher, se apartó, rompió una parte de la pollera dejando una de sus piernas en libertad, piernas largas, nadie se resistiría a ellas, necesitaba movilidad, su alumno le daría pelea, llevaba tacos de aguja, aun así era rápida, golpeaba con los mangos el cuerpo de Christopher no con las hojas de las espadas, no deseaba lastimarlo, no podía hacerlo.
-Vamos idiota –le grito a Kimberly –intentaba salvarlos.
La directora en ese momento se dio cuenta de algo, despertó a quien no debía, se sentía orgullosa, llevo su mano al oído y repitió “Caleb”, el profesor volvió a entrar a la sala, volvió a dirigir el control hacia los alumnos, esta vez la descarga eléctrica fue mayor, al igual que los gritos, los hilos cortaron el labio, ya nada los callaba pero no podían hablar, el dolor los agobiaba, la sangre seguía cayendo, el líquido transparente comenzaba a teñirse de rojo, no daban más, ambos como si estuvieran sincronizados dejaron caer sus cabezas a un costado, el dolor los dejo inconscientes.
Christopher analiza mientras golpea, Kimberly se le uno a la pelea, entre los dos atacan a la directora, pero ella es muy hábil, no es una novata como aquellas que han matado hace unas horas. Horas, el tiempo se acaba, “discúlpame” salió de la boca de Christopher y golpeo a Kimberly en la nuca, dejándola caer en el medio de la habitación, tomo las armas de ella y se las arrojo a la directora, esta logra esquivarlas y evitar que le corten el cuello, pero aun así una de sus mejillas recibió un gran corte. Comenzó a correr, a golpear fuertemente sus cuchillos con las espadas de la directora, era hora, necesitaba terminar todo, usaba la fuerza como la mentalidad, necesitaba distraerla y dar el golpe final, se alejó, saco un arma de su zapato, eso lo aprendió de América, disparo hacia una de las pantallas esta largo grandes chispas, e hizo una leve explosión, provocando que el resto hiciera lo mismo, una reacción en cadena, el cuarto se volvió oscuro, aprovecha la distracción de la directora, que mira el cuarto, y arroja uno de los cuchillos hacia los tacos, cortándolos, haciendo que la directora pierda el equilibrio y caiga, con velocidad corre hacia detrás de ella y le susurra al oído “gane” lleva el cuchillo que le queda al cuello de aquella mujer, y cuando estaba por cortarlo, en aquella habitación vuelve a iluminarse, quien entra es Zamir con una niña en manos.
-La dejaron en la puerta del instituto, insistió que la trajera aquí, con su madre –En ese momento logra darse cuenta que llego justo en el momento en que el juego terminaba –Eh perdón, si quieren vuelvo más tardo, veo que interrumpo.
Christopher sin más larga una pequeña carcajada, Zamir deja en el suelo a la niña, sacándole las antiparras que le habían colocado- Christopher sintió lágrimas en los ojos, la directora lloraba “hija” susurraba, él no era nadie para evitar ese reencuentro, era obvio que la ha buscado por mucho tiempo, saca el cuchillo del cuello de la directora quien corre hacia el encuentro con su hija, ambas se abrazan, lloran.
-entra, te llevaras una gran sorpresa.
-antes que llegues a tu reencuentro amoroso, la mujer llore de felicidad, y yo vomite arcoíris, me podrías decir porque pitufina esta tirada en el suelo –dice Zamir caminando hacia Kimberly.
-solo ayúdala a que despierte.
Al entrar por la puerta una Sonriente Sam corre a su espera, un poco golpeada, y moreteada pero nada más, sana y salvo, sus labios intactos, como el imaginaba, los profesores no están autorizados a hacer daño a los alumnos. La besa, lo que a ella lo sorprende.
-te he visto, Stephanoz lo ha hecho muy bien en el séptimo piso.
-ese no ha sido Stephanoz, señorita Notri –responde la directora entrando a la habitación –quien usted ha visto es al señor Notri, él ha sacado su verdadero potencial, su sadismo y quien es el verdadero peligro aquí.
En ese momento la mente de Christopher se nubla, las cosas no van bien, saca una carcajada y el telón baja, la oscuridad se hace dueño de él, y sin más cae al suelo. “podre estar ayudándote ahora, pero recuerda, soy tu enemigo” decía Stephanoz en la mente de ambos. Imaginen esto, un cuarto grande, de fondo negro, que no sabes si estas pisando el suelo o frotando, ahora ves a dos personas, esas dos personas llevan una túnica por llamarlo así, también de color negro, pero llevan vestimenta blanca y tu ahí frente a ellos, mientras que sus miradas son de odio pero no para ti, si no entre ellos, obviamente no se dan cuenta de tu presencia, pero estas más preocupado por el no saber si estas flotando en el aire o tocando el suelo, así que imagina, imagina el lugar en el que deseas estar, capaz una biblioteca, mientras tú vas hacia una estantería grande, donde están los libros que tanto buscabas, aquellas dos personas se sacan las capuchas de las túnicas, son iguales, copias exactas, ambos levantan el brazo derecho, una pulsera negra en la muñeca, de la cual cuelga una llave, se señalan, en la mano un anillo, es hermoso, ¿verdad?, la cadena se mueve, comienza a crecer, la cadena de Christopher va hacia el cuello de Stephanoz y la de este hace lo mismo, las cadenas rodean sus cuellos, comienzan a apretar, a ahorcarlos, la guerra mental comenzaría nuevamente.
Christopher despierta en una camioneta, con duda, no sabe lo que sucede, ¿ha donde lo están llevando? ¿Esto es otra trampa? De pronto se tranquiliza, ve a Sam a su lado, durmiendo, llevaba el uniforme del colegio, y se dio cuenta que el también, ¿Quién lo había vestido? Comenzó a ponerse colorado.
-No te preocupes, América y yo te cambiamos, llevas dormido bastantes horas, nos tenías preocupados –dijo Zamir frente a el.
-¿A dónde vamos?
-la directora dio la orden de trasladarnos, los alumnos que quedamos, iremos a un campo.
-¿Cuántos quedamos?
-aproximadamente 25
En ese momento la camioneta entraba por una reja, se dirigían a una casa de campo, muy grande, hermosa y lujosa, estacionaron frente a ellas, despertó suavemente a Sam quien lo recibió con un gran abrazo, eran los últimos en llegar, el salón principal es gigante, una escalera doble al frente de la puerta principal, grandes ventanales a los costados, un lujo de vivienda.
Una niña con un vestido rojo entra al lugar, sonriendo y saltando, sube las escaleras, y pronuncia:
-mi mami me dijo que se preparen, que la fiesta será en dos horas, que se vistan para la ocasión.
La niña siguió su camino, saltando alegremente. Los alumnos buscaron las habitaciones, estaban en pasillos alejados, en las puertas estaban sus iniciales, “C.S.N” “S.A.N” iniciales, solo eso, ellos no se sentían como ellos, sabían que sus identidades eran falsas, ¿Pero quienes eran?
“No importa quién eres, si no quien quieres llegar a ser”
En aquella mansión donde trenes entraban y salían, los jefes de las familias estaban listos, el jefe de los Notri hablo:
-dejen que mis hombres vallan
-sí, los necesitare, los míos irán a la iglesia, será mejor cubrir más terreno.
Soldados, por llamarlos de alguna forma subían en helicópteros, preparados para atacar, para destruir, era hora de acabar lo que nunca debió comenzar.
Christopher y Zamir salieron a la vez, ambos llevaban un traje negro, como el resto de los alumnos varones, en el cuello de la camisa llevaban un prendedor con el escudo del instituto Bones, esperaron hasta que el resto estuvieran listos antes de partir, “nos veremos a la medianoche en aquel bosque” dijo Christopher. Las mujeres llevaban un gran vestido negro, zapatos a tacón, guantes negros, y pendientes con el escudo del instituto.
Era una noche llena de estrellas, mesas redondas cubiertas de manteles blancos, arboles alrededor, como si fuese una cena secreta. Los alumnos llegaron todos juntos, se fueron ubicando lentamente, entre charlas y risas, música de fondo, la cena llego, el tiempo paso, y faltaban cinco minutos para la medianoche, la música lenta y adecuada para la cena acabo, ahora sonaba música más movida, los alumnos se levantaron, buscaron pareja de baile, y salieron a bailar. Los cinco aliados de venganza se levantaron y se escabulleron entre los árboles y la noche.
-¿Por qué estamos aquí? –pregunta Luca.
-algo va mal en todo esto, de la nada nos cambian de ubicación, la directora no hace aparición, algo pasa, y debemos saber que, tenemos el derecho.
Ya son más de las tres de la mañana, los alumnos comienzan a retirarse a la mansión, en el cielo ven pasar varios helicópteros, nadie le da importancia. Una vez que llegan a la mansión, y todos a dentro, las luces comienzan a parpadear, los vidrios estallan, y los soldados comienzan a atacar, los alumnos se ponen en guardia, y la verdadera guerra comienza.
-Esto no es una prueba más, esto es un verdadero ataque, demuestren quienes son –decía la directora por los altavoces, profesores salían en defensa y a pelear también, pero faltaban cinco alumnos, quienes se dirigían a paso lento a la mansión.
-algo pasa, esos helicópteros no pasaron por acá por casualidad.
-basta Chris, exageras todo.
Estando a metros comenzaron a escuchar disparos, gritos, incluso explosiones, sacaron sus armas, y comenzaron a correr, cuando entraron se dieron cuenta del desastre que había dentro de la mansión, soldados peleando con alumnos en las escaleras, en los pasillos, disparos, golpes, se defenderían con lo que tenían, no se dejarían vencer.
-Christopher, mira a los soldados –decía Sam con desesperación.
-¿Qué tienen?
-¡solo míralos! Tienen el escudo de la familia Notri, nos están traicionando, somos sus…
-nos traicionaron hace mucho tiempo, no creas que nos defenderían.
-pero…
-ellos mataron a nuestro padre, ¡ellos fueron! Mira bien ese escudo Sam, ellos también nos han traicionado –Christopher comenzó a desesperarse, debía decirle la verdad, ahora o nunca.
-pero nuestro padre todas las noches hablaba con su familia por teléfono, escuchábamos su alegría, y como se disculpaba por no estar con ellos
Christopher le tomo el rostro a Sam –con quien hablaba todas las noches, era con su hijo, con su sangre –la noticia desespero a Sam.
-no, el…
-míralo –señalo a Zamir que estaba a unos metros demostrando que no seguiría siendo débil –míralo y niégame que no se parecen, mira sus ojos, y como sonríe, él es su hijo, y el heredero de los Delveccio.
Sam comenzó a llorar, las lágrimas salían y recorrían su rostro, en ese momento una bomba estallo, y la escalera se vino abajo, cayendo sobre alumnos y soldados, entre ellos, se encontraba Zamir, las lágrimas de Sam se convirtieron en llanto, el hijo de su padre estaba muerto, ahora no saldría de los escombros, ya no.
-Perdóneme amo menor –dijo uno de los sirvientes de los Delveccio y se llevó el arma a la boca, jalando del gatillo.
Kimberly se acercó a Christopher y Sam, dispuesta a atacarlos –ahora somos enemigos –rio locamente –discúlpame pero nuestra alianza está rota –corrió a clavarle el cuchillo a Christopher pero Sam se puso en su camino, quien recibió la puñalada fue ella. El lugar le daba vueltas, Christopher grito, el cuerpo de Sam estaba en el suelo, “vamos a divertirnos” decía Stephanoz en la mente de ambos, ambos corrieron a atacar a Kimberly.
Fin de la primer parte.