sábado, 6 de septiembre de 2014

Despertar

No sé quién seria, pero él estaba ahí, salvándome, estaba a punto de caer al abismo que la bomba formo y de la cual varios cuerpos cayeron en ella, yo estaba al filo de la muerte, y nadie había llegado a salvarme, ni mis dos mejores amigas, Malú, y Majo, ellas estaban peleando por su vida, no podía echarles la culpa si caí y moría, no…
Pero una dulce mano atrapo la mía, y me ayudo a levantarme, sonara estúpido, pero fue como si estuviera subiendo al cielo, como si un ángel me estuviera salvando, así se sentía… así de feliz era…
-No podemos vernos esta noche, tengo una misión –Hace más de dos años que llevaba escondiendo una relación, una relación con el enemigo, con aquel ser que me salvo
-¿Qué misión?
-Somos enemigos… –Dolía decir esas palabras –No lo olvides
-Enemigos que se aman, no lo olvides –Sabía que estaba sonriendo, con esa media sonrisa, mostrando el colmillo, no lo veía, pero lo conocía. Cada centímetro de él me pertenecía, cada centímetro de mí le pertenecía a él.
Pero lo nuestro además de ser prohibido era imposible, obviamente “prohibido” e “imposible” se llevan de la mano, pero había algo más, además de ser el enemigo, de que seamos de ser de dos escuderías distintas, una de mis mejores amigas lo detesta, lo odia, y desea matarlo, pero si no fuera porque desconoce mi paradero a altas horas de la noche, seria yo a quien desearía matar.
Pero no podía evitar el verlo, porque la atracción entre nosotros era muy grande… Su cabello oscuro, sus ojos azules, su mirada... Su mirada era... No sé, es raro de explicar, el me miraba y mi cuerpo temblaba, sus labios eran perfectos para los míos, sus músculos se tensaban cuando me levantaba, al igual que cuando estaba cayendo al abismo, a pesar de ser su enemiga, el me salvo, él me sonrió. Era el, sus ojos, su sonrisa cautivadora y yo…
Sus brazos rodearon mi cintura, y una brisa, un escalofrió recorrió mi cuerpo, sus labios se posaron en mi cuello, sus besos eran de amor, nuevamente el escalofrió y un leve gemido salió de mi boca, comprendió que era la señal para que siguiera a pesar de que por mi mente pasaba la misión que debía cumplir, pero quería que continuara… sus besos siguieron por mi hombro, bajo la cremallera de mi vestido y deposito sus labios por mi espalda, una de sus manos tomo uno de mis senos, apretándolo suavemente, dando ligeros círculos sobre la tela, leves gemidos salían por mi boca, dándole una señal de que quería ardiéramos juntos, el permiso que no podía darle con palabras. Su mano derecha recorrió mi pierna, llegando a mi muslo, apretándolo con sus dedos, siguió el recorrido por mi abdomen, llegando al límite de la inocencia, y su mano siguió bajando al infierno. Hubiéramos ardido en las llamas del pecado si no fuera porque la santa desgracia rompió el clima
-Marlene, es hora, ¿Dónde estás? –Quien me buscaba era Majo.
– ¿Hora?.. Oh mierda, la misión –Mis palabras salieron en un susurro para no ser descubiertos
Me vestí lo mejor que pude, para que no se sospechara que estuve a punto de revolcarme en la oscuridad con el enemigo, me acomode mi pelo rojo lo mejor que pude.
-¿Dónde estabas?
-En… en… en la oscuridad, ¿Me tienes que controlar siempre?
-Tenemos que irnos, la misión está por comenzar.
Estúpida misión, estaba a punto de saber cómo era tocar el cielo con las manos, y ser quemada por las llamas del infierno a la vez.
El estacionamiento del colegio era inmenso, y Marlene ya estaba de mal humor, había varios vehículos para elegir, desde motos, autos, y motos. Elegimos una camioneta negra, era más fácil el movernos, y trasportar a todos.
Marlene decidió manejar, nadie se opuso. Malú estaba por demás callada, y eso me preocupaba, nuestra relación se estaba rompiendo, y todo era por culpa del enemigo.
Estuvimos esperando unas dos horas más o menos, la última misión de los traidores estaba terminando, y nosotros debíamos rescatarlos. Además de traidores, inútiles, no podían librarse del poder del enemigo por si solos. La directora nos dio la orden  de sacarlos de donde estaban cautivos, hace unos dos meses que los veníamos siguiendo, si era por nosotras los hubiésemos dejando bajo el poder del enemigo, pero odiaba al enemigo y era orden directa de la directora.
Su camioneta blanca comenzó a moverse, y nos llevaban unos cincuenta metros de ventaja. Marlene acelero, y aumento la intensidad de la luz para cegar al chofer de los traidores. Acelero una vez más y choco la parte trasera del auto, desviándolos de su camino. “Vamos a hacerlo realista” dijo Marlene, y Malú puso cara de disgusto, baje las ventanillas casi a la par que la de los traidores, Salí por la ventanilla cuando Marlene acelero una última vez y nos pusimos a la par. Le tire un beso a América, era la única que me caía bien. Saque una pistola de la guantera, apunte a la cabeza del conductor y dispare. La camioneta de los traidores perdió el control, apunto de estrellarse, no se quién de los tres que se encontraba adentro pudo poner de nuevo a la camioneta en su camino, se estacionaron a unos 20 metros, nosotras seguimos unos metros hacia adelante, y estacionamos. La misión había terminado.
Los tres se subieron a la camioneta que habíamos elegido. América se había sentado al lado de Majo, Christopher discutía quien conduciría con Marlene, Luca solo estaba sentado. Una vez que se dio la orden de quien conduciría, intente ligar con Luca, quizás era mi imaginación pero Christopher parecía darle risa la situación en la que nos encontrábamos.
Luca me beso, pero resultó ser un simple beso de un gay, ¡Es gay! Dios porque los chicos guapos son gays. Ya veo porque sonreía Christopher, pudo habérmelo dicho, no sé, algo como “Él es gay, no te malgastes”.
El ligue no era para mí, tome la decisión de ver por la ventana de lo que quedaba del viaje. Todo era una mierda.
La pequeña línea de amistad que quedaba entre las M dependía de mí, y si algún día me cansaba de soportar todo esto, sabía que por mi culpa se acabaría la amistad de la infancia que logramos crear.
Sabía lo que ocultaba Marlene, sabía lo que no sabía Majo pero lo que no sabía era cuanto tardaría en explotar.
II
La directora nos esperaba en el estacionamiento del nuevo instituto, con su vestimenta usual. Su forma de vestir no era sumamente formal, y rozaba la provocación. Vestía con una pollera que llegaba un poco más arriba de las rodillas, dejando la mitad de una de sus piernas al aire, una camisa que resaltaba su voluptuosidad. Detrás de ella se escondía una pequeña niña de ojos verdes y cabellos rojos. Apenas se dejaba ver y solo era cuando ella necesitaba vernos.
-Los esperaba hace mucho –La directora fue la que rompió el hielo –Se tardaron mucho.
-Delveccio sabe jugar bien –Era verdad, el viejo sabia dar pelea, sería interesante –Nos tardamos por eso.
La directora se acercó a mí, y pude ver sus labios rojos al susurrarme algo muy doliente al oído.
-Si están acá es por ella.
Y era verdad, si estamos acá era gracias a los recuerdos de Sam.
III
De pronto el piso se sintió húmedo, el frio recorría mi cuerpo, luego de unos minutos el agua llegaba casi a mi espalda, era algo muy malo lo que había hecho, el peor error que había cometido de todos lo que hubo en mi vida, ahora perdería todo, todo lo que me importaba… todo quedaría bajo el agua…
Mi cuerpo comenzaba a reaccionar de a poco, la habitación comenzó a iluminarse levemente. Una vez que pude levantarme del suelo me di cuenta de que tan grave iban las cosas, el agua llegaba a mis rodillas y continuaba subiendo, los otros dos cuerpos tirados en el suelo aun no reaccionaban, me di cuenta que eran América y Luca. Intente hacerlos reaccionar, pero no se movían, no podían estar muertos, no, no y no.
Como pude los levante del suelo, mi fuerza no era la gran cosa, pero fue la suficiente para mantenerlos en pie y que no se ahogaran, el agua ahora llegaba a mi cintura, no sabía qué hacer, pronto quedaríamos bajo el agua.
El agua nos llegaba al cuello, y Luca recién comenzaba a reaccionar, “lo hiciste” dijo apenas estaba lo suficientemente consiente, me ayudo a cargar a América. De pronto las puertas se abrieron, y el agua comenzó a salir buscando una salida, arrastrándonos a nosotros, un largo pasillo blanco nos esperaba, luces en el techo a lo largo. No había ni una señal de vida humana, los tres estábamos empapados, el caminar se hacía más pesado. Más adelante una de las luces del teche hacían corto… Mierda…
Solo pude escuchar unos gritos antes de caer inconsciente…
Nuevamente vi hombres vestidos de blancos, como si fueran batas, con máscaras parecidas a las de oxígeno, intente moverme, pero nuevamente estaba atado a algo, mire a mis costados y pude ver a América y Luca acostados en unas camillas atados de las muñecas y tobillos.
Esto era el trato… esto era mi culpa… esto era un nuevo comienzo.
IV
Un gran vidrio los separaba de un lado Christopher, del otro, Delveccio.
Christopher giro lentamente la cabeza hacia la izquierda como si no entendiera la situación, intentando buscar la respuesta desde ese ángulo. De a poco fue levantando la mano derecha, luego el dedo del medio y una sonrisa apareció en su rostro.
-Señor, venga a ver esto
Delveccio con su pierna coja caminaba rápidamente hacia el cuarto de monitoreo, frente a la puerta de entrada se encontraban demasiadas pantallas, pero tres resaltaban del resto.
-Las tres del centro, señor.
En ellas se repetían una y otra vez la misma imagen, cambiando de protagonistas. Christopher, América y Luca giraban lentamente la cabeza hacia la izquierda levantaban la mano la derecha, y el dedo del medio subía con la sonrisa en el rostro.

-Despertaron –Delveccio sonreía y las imágenes volvían a repetirse una y otra vez, como si fuese una película, las puertas del cuarto se cerraron.

martes, 26 de agosto de 2014

Cronología

7
Una bella mujer de pelo largo, oscuro como la noche, de ojos claros, que te hipnotizan,  te atrapa cuando los ves, más cuando te has enamorado de ellos, o cuando te gustaban,  aquella mujer va vestido de un hermoso vestido blanco, descalza, con el pelo suelto pero con pequeños tirabuzones al final, por las puntas. Camina en medio de las vías, lentamente, con la mirada perdida, buscando algo que fue de ella, pero que se lo robaron. A lo lejos un hombre camina tranquilamente, iluminado por la leve luz de la luna, se acerca a ella, el hombre es de una estatura promedio, mirada cansada, con pensamientos de abandonar todo, rondando en su cabeza, ropa a la moda, es un hombre de negocios, de fiestas, pero que se cansó, esa noche decidió escapar de todo eso, de fingir que todos lo aman, que es inocente, de pronto su mirada se levanta, y ahí, a metros la ve, a aquella mujer, de piel blanca, como la de un muerto, de pronto recuerda los relatos de su abuelo que le contaba de niño, “será la mujer más hermosa que podrás ver, pero te llevara al infierno, te arrastra a tu perdición, cuando la veas, corre, no importa que tan cansado estés, corre, no mires atrás, si quieres morir, la forma más bella y cruel, a la vez, es con ella… corre”. El comenzó a correr, sus piernas no funcionaban como debían, el miedo absorbía su cuerpo, lo poseía, sus fuerzas se agotaban, encontró un pasaje de alguna calle de quien sabe dónde, pero una gran reja tapaba el paso, encontró un espacio lo suficiente grande para que pudiera pasar a un costado de esta, ya que los barrotes eran demasiados estrechos, se ensuciaría, pero la ropa podía comprarla de nuevo, su vida no, entro por aquel espacio y se escondió debajo de una escalera, los minutos pasaban, su respiración era agitada, el frio comenzó a sentirse, ¿Por qué tan de pronto? Ruido en la escalera, alguien bajaba de ella, tomo el valor y de a poco miro hacia arriba, y algo vio negro como una sombra, guardo silencio, no distinguía lo que era, fue bajando la mirada a medida de que aquel, ¿coso?, bajaba, cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, su corazón se detuvo unos segundos, y luego volvió a latir, era un perro, oscuro, fácil de perderse en la oscuridad, demasiado grande, se tranquilizó, una vez que el perro termino de bajar las escaleras se dirigió a la reja, “que estúpido, no podrá pasar por ahí” pensó, el perro lo miro, su corazón se volvió a detener  esos ojos, ¿habrá escuchado sus pensamientos?, el can volvió a mirar hacia adelante y continuo su camino, atravesando la reja como si nada, como si no estuviera ahí, el joven, el hombre, como él quería que lo llamara, a pesar de tener 21 años, él era un hombre (según él) por completo, no un niño,  salió bajo la escalera, acercándose a la reja, “es imposible” pensaba, levanto una mano y a paso lento se fue dirigiendo al metal frio, toco la reja con las yemas de sus dedos, no, aquello era imposible… de pronto escucho risas, aquel pasaje se ilumino, las casas deshabitas hace unos minutos atrás, en ese momento estaban llenas, risas, gritos, llantos, el pasaje comenzó a prenderse fuego, el fuego tomo posesión de todo, la gente tosía, niños lloraban, y al final de aquel pasaje, alguien reía, era aquella mujer, lo estaba arrastrando al infierno, ahora lo miraba directo a los ojos, aunque quería apartar la mirada no podía, esos ojos lo atraían, lo hipnotizaban, que manera más hermosa de morir, todo oscureció.
-¿Así lo mataremos? –dijo Luca, estaba apoyado sobre la pared quemada, vestido en un traje negro, con detalles blancos.
-Es lo mejor que tenemos, además querías usar los efectos especiales. –América bajo de la escalera, con una minifalda negra un poco arriba de sus rodillas, y una camisa blanca, con el pelo atado en una coleta.
-Sí, pero pensé que éramos un equipo de asesinos. –La recibe Luca con un beso en los labios, ambos se miran y sonríen tristemente, y miran al mismo tiempo al suelo.
-equipo, dejamos de ser eso hace un tiempo, solo somos compañeros de matanza –Entre caminando por el final del pasaje, mi aspecto había cambiado demasiado, por fuera no era yo, por dentro si, seguía conservando el mismo odio, los mismo rencores, las mismas cicatrices, ahora estábamos en una misión los tres, América, Luca y yo, aquella mujer de ojos claros, de mirada hipnotizante era Sam, la extrañaba.
Luca ato al idiota al techo de uno de los balcones, dejándolo a unos metros del suelo, la soga recorría sus muñecas, sin posibilidad de moverlas, antes de despertarlo, debíamos prepararnos. América, estaba a unos metros,  se soltó el pelo, se ensucio un poco el rostro, al igual que la ropa, además la quemo un poco, no importa, igual era el uniforme del instituto Bones, ya no importaba. Subí las escaleras, esperando por mi turno, Luca se quedó abajo, recostado en algún lugar.
-Despiértenlo –grite por encima de uno de los pasillos del piso de arriba, Luca se acercó, y le dio dos cachetazos, uno en cada mejilla, se alejó de a poco, el idiota despertó, pestañeando un poco, sin comprender nada.
-¿D-don…de estoy? –el fuego apenas se veía en algunos sectores, humo salían por algunas ventanas, América comenzó a llorar, a gritar, era buena actriz, casi todos los del “equipo”, aunque no lo éramos, dejamos de ser un equipo hace un poco más de un año, América le lloraba a un bebe que estaba en el suelo, un muñeco en realidad, gritaba, “despierta” le decía al bebe, en verdad daba lastima, “vuelve a vivir” comenzó a gritar, me recordaba aquella bebe, ¿Dónde estará?, América miro al idiota, “¡tú culpa!” le grito, levanto al bebe y se lo mostro, se lo sacudió a centímetros de su rostro, le mostro al bebe calcinado.
-¡Es tu culpa!
-N-no…
-¡Tú lo mataste! –Le arrojo él bebe bajo sus pies, para que pudiera verlo, apreciarlo, Luca se levantó y tomo del pelo a América, arrastrándola hacia el final del pasaje, donde el fuego se podía apreciar, una vez que llegaron allá, la abrazo y la beso en los labios, le pidió perdón, tan típicos de ellos, el que debería estar pidiendo perdón seria yo, ellos están aquí por mí, por mis errores, y ella no, ya no está. Era mi turno de aparecer, el idiota aun miraba al bebe, comencé a bajar los escalones, no me miraba, no se dio cuenta de mi presencia, “Estúpido, ¡Estoy usando traje por culpa tuya y de los tuyos!”
-¿acaso no te das cuenta que estoy acá? –me acerque y patee el muñeco lo más lejos posible, no debía agitarme, aun no estaba recuperado del todo.
-P-perdón…  -le di un puñetazo en el rostro, quería acabar con todo esto lo más rápido posible.
-deja de pedir disculpas estúpido, ¿crees que esto te liberara de tus pecados, que te salvara de arder en el infierno?
-Y-yo… D-dios…
-¿Crees que él te salvara de esto? Claro, en el peor momento, todos son fieles seguidores del gran amo y señor, jah, ¿Sabes? No tendrás salvación. –Saque un cuchillo de mi manga, y se lo clave en el estómago, su cuerpo se estremeció  -¿Duele? Esto dolerá más –el cuchillo que tenía posado en su estómago, lo deslice lentamente hacia abajo, hasta el  comienzo de su pantalón. El idiota sudaba, se estremecía, se le notaban las venas del cuello por callar el dolor, luego lo gire en el lugar, y lo deslice hacia el costado, manche la camisa blanca de sangre, reía desquiciadamente, era mi firma personal al asesinar.
El idiota murió, al menos fue lo suficientemente hombre de hacerlo con la frente en alto, no grito, no rogo, solo pago por sus pecados.
Una camioneta blanca nos espera a unos metros de donde nos encontrábamos.
Luca, y América iban en el asiento trasero, tomados de la mano, ambos mirando por las ventanillas, yo iba en el asiento del acompañante, el chofer nos llevaba hacia la gran mansión, era de noche, el camino se hacía eterno, me coloque los auriculares, y puse un poco de música, algo que me distrajera de todo pensamiento, “Whats up people” de Máximum The Hormone sonó, a lo lejos se acercaba una camioneta negra, como esta noche, tenían estilo, no lo negaba. Al acercarse más la luz que reboto en el espejo retrovisor cegó al chofer, lo que hizo desviarnos un poco de nuestro camino, la camioneta contraria acelero y nos chocó, lo cual hizo que perdiéramos el control, “estúpidas, nos mataran en serio” pensé, el conductor comenzó a insultar, los tortolos en la parte de atrás miraban con más atención, sonriendo, nuestro vehículo acelero dejando atrás a las atacantes, “los cinturones” grite, me obedecieron. América bajo la ventanilla por completo, las contrarias aceleraron, quedando a la par nuestro, una de sus ventanas se bajó, y de ella salió una morocha, le tiro un beso a América, “hola Majo” dijo la ganadora del beso, Malú nos saludaba con la mano, y Marlene nos mostraba su dedo del medio tatuado con la palabra “Dies”, una vez que Majo estaba a la altura de nuestro chofer saco su arma, apunto a la cabeza y jalo del gatillo, nuestra camioneta perdía el control, estábamos a punto de estrellarnos, tome el volante y como pude frene, las M estacionaron frente a nosotros, las tres a la vez bajaron de la camioneta, iban vestidas de negro, botas negras hasta un poco más abajo de sus rodillas, un vestido negro que les llegaba hasta unos cm por encima de sus rodillas, y los cabellos sueltos.
2
Estábamos atrapados quien sabe dónde, hace dos meses que estábamos acá o es el cálculo aproximado que mi mente lleva, encerrados, cautivos, ¿Dónde estaría Sam y Zamir? No lo sé, después de que la estructura cayó sobre el cuerpo de Zamir no supe más nada de él, El cuerpo de Sam lo perdí cuando varios soldados me atacaron, quise cuidarla, defenderla pero no podía, si dejaba salir a Stephanoz la abandonaría y dejaría morir. O eso era lo que mi mente me mostraba al intentar recordar. Simplemente no sabía dónde estaba, solo podía escuchar los pasos que provenían del otro lado de la puerta, siempre iban y venían, solo se detenían unos segundos por mi puerta.

0
Kimberly se acercó a Christopher y Sam, dispuesta a atacarlos –ahora somos enemigos –rio locamente –discúlpame pero nuestra alianza está rota –corrió a clavarle el cuchillo a Christopher pero Sam se puso en su camino, quien recibió la puñalada fue ella. El lugar le daba vueltas, Christopher grito, el cuerpo de Sam estaba en el suelo, “vamos a divertirnos” decía Stephanoz en la mente de ambos, ambos corrieron a atacar a Kimberly.
-Ch…Christopher –intentaba hablar Sam, pero el cuerpo le dolía, no se podía escucharla, su voz era débil y perdía demasiada sangre, Christopher dirigió su mirada hacia ella, moribunda, no dejaría que se fuera, no, no lo permitiría, corrió hacia la morocha a la cual la vida se le escapaba por la herida. La tomo entre sus brazos, y comenzó a correr, la sangre seguía saliendo, no estaba seguro de lo que debía hacer, solo que tenía que sacarla de ese lugar rápido.
-síganlos, y mátenlos. –Ordeno Kimberly a los soldados, un grupo de diez fue directo a Christopher, este no sabía qué hacer, lo estaban rodeando, y no podría atacar con el cuerpo de Sam en sus manos, en su mente se repetía una y otra vez “déjame salir, quiero divertirme, yo me ocupare de ellos” no podía permitirlo, no lo dejaría salir, moriría en el intento, pero salvaría a Sam.
-protéjanlos, ellos deben salir de aquí con vida –La voz de la directora sonaba por los parlantes. Algunos alumnos, los que podían se acercaron a ayudarlos, a cuidarlos, comenzaron a atacar, algunos cayeron, Christopher aprovecho la oportunidad para huir, miraba a su alrededor, buscaban a los dos amigos que le quedaban, Luca y América, no los veía por ningún lado, intento buscarlos arriba de la escalera, dirigió la mirada hacia arriba, lo único que encontró fue a alumnos peleando, a una pelirroja colgando al borde del “abismo” que había creado la explosión, otro chico de cabellos oscuros la ayudo a subir, pero a quienes buscaba, no estaban.
Logro salir por unos de los huecos de los ventanales, pero varios soldados más lo siguieron, el mundo le daba vueltas, el aire le faltaba, ahora no llegaba nadie a ayudarlo, el mundo se volvió oscuro, todo… ¿Todo había acabado?

1
Abrí los ojos, pero no pude ver nada, todo estaba oscuro, hacia frio, intente moverme pero algo no me lo permitía, estaba encadenado a la pared. Todo me daba vueltas, no entendía nada, ¿Dónde estaba? ¿Y por qué estaba ahí?

0
La visión había vuelto, algunos gritos aún se escuchaban, había poca gente dentro, se levantó, y se adentró hacia el bosque, ni siquiera miro a la mujer que estaba a su lado, solo la dejo ahí, muriendo. Varios soldados se dirigieron hacia él, lucho, pero eran demasiados, a pesar de que era el, no pudo hacer mucho, menos si no tenía armas.

2
Creo que ya serian dos meses desde que estaba acá, no sabía nada del resto, si estaban vivos o muertos, o quien me tenía encadenado, solo podía escuchar los pasos de mis captores. Un día la habitación se ilumino, mis ojos se cegaron, ya estaba acostumbrado a la oscuridad, esa luz me lastimaba. Podría decir que una persona estaba frente a mí, pero aquello, aquel ser, no era humano, era un monstruo, el monstruo que me convirtió en lo que soy.

3
-¿Estás listo para hacer el trato?
-Te odio.
-¿Sí o no?
-Sí, estoy listo para ser tu “esclavo”

7
El camino con las M fue muy callado, muy aburrido, América hablaba con Majo, Malú intentaba ligar con Luca, eso me daba risa. Estuve un rato discutiendo con Marlene por quien conducía.
-yo conduzco –me decía la pelirroja de pelo corto
-no, yo.
-vinimos a buscarte, a rescatarlos, yo conduzco.
-sabes que debes obedecerme, ¿Verdad?
-¿Quién lo dice? –me miraba desafiándome.
-Dame tu móvil –Ella de mala gana me lo dio, marque el primer número que mi mente me mostro, estaba seguro que ese era, pasaron unos segundos, al tercer tono, atendieron.
-¿Los tienen? –La voz de aquella mujer sonaba desgastada, cansada.
-Si nos tienen.
-Pásame con la primera –Le cedí el móvil a Marlene, quien me quedo mirando, puso el móvil al oído –El conduce, es tu superior.
Mi mirada era de triunfo, me arrojo las llaves, y subió, no hablo en todo el viaje, siempre miraba hacia adelante, no le importaba de que hablaban, o el ligue.

2
Aquel monstruo tenía una sonrisa en su rostro, me hubiese gustado poder borrársela de varios golpes, pero no podía, las cadenas que envolvían mis muñecas y tobillos no me permitían cortaban mi circulación, teniéndolo tan cerca y no tener la oportunidad de matarlo, era frustrante
Por esa puerta, quien estaba entrando era el jefe de los Delveccio, con una sonrisa de una victoria ganada, de una guerra ganada. Lo primero que me llamo la atención de el era el bastón, hecho de madera vieja, con un perro de metal en el extremo inicial. Comenzó a acercarse a mí, aun con esa sonrisa estúpida, imágenes venían a mi cabeza, el cuerpo de Josh Notri tirado en el suelo, la escalera derrumbándose sobre el cuerpo de Zamir, Sam… Sam, ¿Dónde estará? La ira comenzó a brotar en mí.
-Eres una mierda –intente escupirle en la cara, pero el escupitajo solo llego a sus zapatos, miro con asco el hacia abajo, se acercó y me tomo el cabello, tirándome más hacia él. Su aliento era de Licor y cigarro, me asqueaba tenerlo tan cerca.
-Tu eres tan mierda como yo –Levanto un poco la voz en las palabras “tu”, “mierda” y “yo”
-Somos la misma escoria, venimos de la nada, pero no soy como tú, jamás lo seré, ¡Nunca! ¿Comprendes? –El viejo solo se rio con esa sonrisa idiota, y esa risa seca.
-Somos iguales, buscamos lo mismo, el poder y podemos conseguirlo juntos, ambos llegaremos lejos.
-te mataría aquí mismo si no estuviera encadenado, ¿Tanto miedo me tienes? –Sonreí mirándolo a los ojos.
-Lo sé, por eso estas encadenado, y no es miedo, es respeto. –Comenzó a caminar hacia la puerta por la que entro, con ese bastón viejo de madera, con un perro de metal en el extremo inicial, maldito jefe de los Delveccio, maldito apellido.
-Te matare, ¡Lo juro! –Intente moverme, pero las cadenas no me lo permitían.
-Ni tu… ¿Cómo se llama? ¿Stephanoz?, te salvara de esta… morirán ambos. –Baje la cabeza, y sonreí, de pronto comencé a reír, lo mire en el momento que el me miraba, me tire hacia adelante todo lo que las cadenas me lo permitían, sin importar lo que me lastimaran las muñecas y tobillos, clave mis ojos en los de el, y comenzamos a reír, ambos.
-¡Te mataremos! –La voz y risa de Stephanoz se mezclaba con la mía, en aquel lugar solo se escuchaba nuestra risa psicópata, mientras que en el rostro del viejo, mostraba ira y ¿Temor?


-Ella está viva…

martes, 19 de agosto de 2014

Recuerdos: Sam & Christopher

La doble personalidad de Christopher fue “diagnosticada” a los siete años de edad, por el psicólogo y segundo padre,  Josh Notri, quien le dio los mejores años de su vida, hasta que fue diagnosticado con Alzheimer, a pesar de su joven edad, unos 35 años aproximadamente. Murió a la edad de 43 años luego de haberles dado en lo posible la mejor infancia que pudo a Sam y Christopher.
Su misión era encontrar y proteger a Christopher, el niño se encontraba en un orfanatorio, estuvo dentro hasta que las cosas se calmaran, solo debía adoptar a uno, pero no pudo resistir la ternura de Sam, la niña de ojos claros y cabello negro atado en dos coletas, no resistió y la adopto, su nueva hija.
Su hogar fue en una enorme casa de Inglaterra, que por las noches era el escenario único para una película de terror. La casa estaba ubicado en un pueblo de los alrededores, un gran terreno, (que años luego desaparecería para darle lugar a la ciudad, a las calles de concreto, dejando solo la casa) dos pisos, una estructura antigua, parecida a un castillo, dos grandes balcones por el frente, con grandes ventanales en la parte trasera, en un costado de la casa, tenía aquellas plantas trepadoras, que dependiendo en la época del año, algunas hojas eran verdes, o pasan a un marrón. Aquella planta iba desde el techo al suelo, pero ¿para qué servía? Ocultaba una puerta, la puerta del cuarto de Christopher, ¿el por qué se ocultaba? Por si los niños debían escapar, pero cuando el momento llego, no escaparon, fueron ocultados en otro lado, donde podían ver todo.
Josh Notri murió un 31 de Diciembre, pero para ellos en verdad fue aquel Noviembre donde le diagnosticaron Alzhaimer, el murió por una causa mayor, y eso los llenaba de orgullo, aunque se halla suicidado para protegerlos, no solo por ellos, si no para que aquellas cosas que el sabia no fueran dichas a quien no debía. Un día de Noviembre fue diagnosticado con aquella enfermedad, el sabia, y los niños igual, que poco a poco los olvidaría, día tras día olvidaría a sus hijos, aunque el luchaba porque eso no sucediera, varias mañanas él era el último en salir del cuarto, porque sabía que debía recordar los nombres de los niños a los cuales escuchaba reír, hasta que no recordara el no salía. Comenzaba a recordad paso a paso, comenzaba por su infancia, adolescencia, juventud, los secretos que fue adquiriendo, el cómo los encontró. Era una mañana fría, iba camino al orfanato donde el niño estaba, el niño que debía salvar de las manos de la tentación. Aquel niño desde su nacimiento a sufrido las causas de los errores humanos, bajo él estaba la herencia de dos familias, y con ella, el odio de una de las familias, al ser dos familias la herencia solo iría al primer nieto varón, no iba de padre a hijo, si no de abuelo a nieto, fue el primer nieto varón de la familia R, por llamarlos de alguna manera, por ende la familia RR perdió la gran herencia, lo odio desde que nació, por lo cual decidió mandar a matarlo, no contaban con algo, que los hijos mayores de ambas familias sean, como ellos se llamaban, hermanos de otra madre, hacían todos juntos, así que cuando decidieron que era hora de tener un hijo, lo engendraron el mismo día, obviamente en distintas habitaciones de algún hotel de por ahí, por lo cual ambas mujeres quedaron embarazadas el mismo día, y los niños nacieron el mismo día, pero en diferentes horarios, Christopher nació una hora antes, por esa diferencia de una hora se ganó grandes enemigos, decidieron llamarlos de la misma manera, por lo cual sus iniciales eran iguales, ya que ambas familias tenían la R por letra principal. Cuando la segunda familia decidió mandar a matar al bebe, cometió el grave error de matar a su heredero, la familia de Christopher no pensó en una simple casualidad, por lo cual lo mando al extranjero durante dos años, cuando él bebe volviera ya tendría dos años de vida, y seria legalmente el heredero de toda la fortuna. Cuando volvió ya caminaba, y balbuceaba algunas palabras en inglés y castellano. La familia RR creyendo que el que estaba vivo era su heredero decidió secuestrarlo y criarlo bajo sus normas, como correspondía, pero debían planearlo bien y ante todo ganarse el cariño del niño, asi que pusieron un lapso de dos años para el secuestro ¿el porqué del que pensaba que era su heredero? Bien, ellos creyeron que la familia R secuestro a su heredero por venganza, para criarlos ellos, y por lo cual aún mantener el dinero en su familia. En ese lapso de dos años intentaron ganarse su cariño, queriéndolo engañar para que abandone a la familia R y valla con ellos, el niño no les prestaba atención, pero no se dieron por vencidos, regalos, viajes, ropa, todo lo que podían darle le dieron y más, pero al sr un simple niño, el no comprendía nada, a él solo le interesaba jugar, hasta que el momento llego, y pusieron en marcha su plan.
 El día del secuestro Christopher estaba jugando con su amigo de la infancia Ángel, a pesar de que él era mucho más grande que él, Ángel de unos 16 años y Christopher de unos 4 años, pero había algo escondido en todo esto, Ángel no era solo su amigo, le tomo cariño muy rápido al niño pero el llego a su vida porque debía protegerlo, cuidarlo de la segunda familia, ese es el porqué del que se dejó matar para que el niño escapara.  El niño estuvo perdido por diez días, en ese lapso todos sus desórdenes mentales comenzaron a “madurar”.
Cuando el niño cumplió 5 años, fue llevado nuevamente al extranjero, debía escapar de esa pequeña guerra, entre dos familias que alguna vez fueron aliadas.
El niño fue “depositado” en un orfanato, durante tres meses estuvo esperando por alguien, quien sea, pero deseaba salir de ahí, en esos tres meses conoció a Sam, una niña con dos trenzas, y ojos claros, todas las mañanas se sentaban sobre una gran banca de madera, junto al resto de los niños del orfanato, era como poner la carne en la heladera de una carnicería, parejas pasaban y ponían cara de lastima al ver tantos niños sin familias, mientras pasaban los meses la cantidad de niños en la banca disminuía. Un día, cuando Sam creía que nadie la quería, un joven alto, de pelo castaño, ojos  de un marrón claro, se aproximó a la niña, la saludo con una sonrisa, y le pregunto
-¿desearías ser mi hija?
-solo si el viene conmigo –en ese momento Sam señala al pequeño Christopher sentado del otro lado de la banca, Josh Notri le sonríe.
-Claro, así la familia será más grande.
La niña de ojos claro le había tomado cariño, y ella sabía lo que era estar sentada en esa banca mientras los demás conseguían un hogar, y una familia que los amara, alguna vez tuvo una familia, pero para su desgracia murieron, sus padres.
Eran tres en una gran casa, eran felices, cada mañana Josh los levantaba entre abrazos y besos, los abrazaba con mayor fuerza cuando los veía dormir juntos, especialmente los días de lluvia, sabía que Sam tenía miedo a esos días, ¿pero por qué? Comenzó a investigar, el pasado de la pequeña niña de ojos claros que conmovió su corazón, aquel niño le recordaba a su hijo, la mirada perdida, triste, sabía que debía protegerlo, para eso lo había ido a buscar.
Entre detectives públicos, a privados, colegios, iglesias, de a poco fue conociendo la historia de Sam, venia de una familia de tres, padre, madre e hija. Una noche lluviosa, la casa se incendió, lo raro había sido que los padres ya estaban muertos, y el fuego fue provocado, la casa estaba llena de gasolina, y varios líquidos inflamatorios, envases derretidos de aquellas sustancias, la niña no se encontraba ahí, estaba en la casa de una tía, provenía de una familia rica, pero al pasar aquel año doloroso, la riqueza de toda su familia se fue disminuyendo, tanto que tuvo que haber sido llevada a un orfanato con tan solo dos años.
No era necesario investigar al chico, sabía de memoria su historia, y él estaba ahí para protegerlo,  cuando el niño cumplió seis años y la niña cinco, los problemas comenzaron, Josh comenzó a perder la memoria, primero con pequeñas cosas.
Todas las noches los niños lo escuchaban hablar con alguien por teléfono, no había noche que no estuviera sentado en el despacho hablando, “seguro es con su familia” pensaban los niños, “lo deben extrañar” decían y repetían cada noche, y para ellos, su meta era que su padre no se sintiera mal, que no sufriera por la distancia con su familia, ahora eran ellos quienes lo levantaban entre abrazos y besos, paseaban tomados de la mano entre el gran jardín de aquella casa, los fines de semana hacían un pequeño picnic entre los árboles, y los días de lluvia era exclusivos para que él les leyera un libro mientras los niños tomaban chocolate caliente y el café. Luego de un par de capítulos, ambos niños se iban a dormir, el aun fingía que no sabía que dormían juntos.
Una noche, luego de un par de capítulos, y ya avanzada bastante la enfermedad, la cosa se puso fea, él sabía que las cosas iban mal, y tenía miedo, miedo de despertar al otro día y no recordar a sus hijos, eso le dolía tanto en el alma como el estar lejos de su hijo verdadero. Unos días antes los niños se habían enterado del problema de su padre, y lloraron, hasta que en sus corazones no les quedaba más lágrimas por salir, “no los olvidare, se los juro, no importa cómo, pero no los pienso olvidar, jamás.”  Les dijo esa noche, los tres lloraban, el haría lo que sea por no olvidarlos, por eso cada mañana se quedaba en su habitación repasando su vida, hasta recordar a aquellos niños que reían y corrían por los pasillos.
La lluvia golpeaba las ventanas de la mansión, los niños frente al sillón, con sus tazas de chocolate en mano, y escuchando atentamente, el capítulo de esa noche.
“no importa que tan duro sea, no importa nada, porque si el amor es verdadero superara incluso la muerte”
-Algún día tendré a mi amor verdadero  –decía Christopher –y superaremos a la muerte juntos.
-creo que esa es mi línea, después de todo las mujeres somos las románticas.
-a dormir chicos, vamos, los acompaño a su habitación, y si, lo sé.
Ambos niños caminaban tomados de la mano, uno en cada mano de su padre, mientras él les decía que debían estar uno al otro, juntos por siempre, y apoyarse en todo, cuidarse y quererse siempre.
-Saben, si las cosas en algún momento salen mal, y no importa lo que pase, ustedes deben esconderse, y yo les mostrare donde.
Los llevo a la biblioteca del piso superior, una vez dentro les mostro el escondite, como una película de espías bajo un libro negro en una de las estanterías, y esta se abrió como una puerta, allí dentro había una habitación grande, en una pared había monitores que mostraban el movimiento de la casa, había una cama grande, él había preparado todo, la cama grande era para que estuvieran cómodos, en esos momentos, más que nunca, ellos debían estar juntos.
Una vez que les mostro donde debían esconderse, y sin importar nada, que no salieran por nada del mundo, sin importar lo que vieran o escucharan, los llevo a la habitación, los acostó y los acurruco, un beso en la frente a cada uno, un te quiero para ambos, y un “debes cuidarla” para Christopher. Salió de la habitación y cerrando lentamente la puerta, apoyo su cuerpo en aquella madera, se fue arrastrando lentamente al suelo, y comenzó a llorar, le dolía el corazón, el alma.
A medianoche, y cuando la lluvia era mayor, fue corriendo a la habitación de los niños, los despertó y los llevo a la biblioteca, “ya saben que hacer”.
Una vez que los niños estuvieran a salvo él fue lentamente a su fin.
-dejen de hacer desorden, ustedes me buscan a mí –grito mientras aparecía por las escaleras, demostrando que él era el amo y señor de ese hogar y que daría la vida por sus hijos. Varios de los soldados le apuntaron directamente a la cabeza. –no sean estúpidos, me mataran acá, acaso no fueron entrenados, y se hacen los orgullosos de llevar aquel escudo en su pecho, estúpidos.
Bajo las escaleras, y les abrió la puerta de su despacho, no bajo el rostro en ningún momento, no mostro debilidad, sabía que ellos lo estarían viendo.
Los niños, entraron aun medios dormidos al refugio, las pantallas estaban prendidas como siempre, y en una en especial lo veían a su padre, muchas personas le apuntaban, a pesar de su edad ellos entendían, de a poco sus recuerdos fueron volviendo, no le dijeron nada a su padre, pero ellos recordaban, sabían que aquellas personas estaban ahí, por ellos dos, era su culpa.
-tus últimas palabras
-jamás pero jamás la dejes sola, cuídala, jamás la abandones.
-jamás –repitió Christopher en aquel refugio.
-jamás los olvidare, jamás me olviden
-jamás –repitieron ambos niños, en ese momento sonó un disparo, y el cuerpo de josh cayó al suelo, lentamente, pero no porque los soldados hayan disparado, fue su mismo padre quien tomo un arma y se suicidó, murió recordando a sus tres hijos

martes, 12 de agosto de 2014

Traición a la sangre

Mientras que Christopher y Kimberly eran atacados por sorpresa en aquel cementerio donde tantas verdades ocultaban. En el instituto Bones sucedía algo inesperado para los alumnos, las piezas del juego empezaban a moverse.
-Quiero a los alumnos listos, su primera misión comenzara esta noche.
Hay ciertos tipos de personas que se corrompen fácilmente con el poder, se ciegan con aquel futuro que desean, y para obtenerlo son capaces de arriesgar muchas cosas, incluso matar a sus herederos, ¿Pero a quien le entregaran el futuro que buscan cuando ya no podrán vivirlo?
Aquel que morirá por la codicia es de una altura promedia, cabellos dorados, mirada perdida, pareciera que siempre está por llorar débil pero inteligente, es el heredero de los Delveccio y a quien mataran por codicia. Él lo sabe y no puede hacer nada, es su destino quizás y lo aceptara, dará su vida por la codicia.
-Señor, ¿cuándo entraremos al colegio?
-en dos noches, estén listos para entonces, a la medianoche entraremos
-Señor, ¿si el amo menor se opone o nos da pelea?
-lo matan
Mientras el jefe de los Delveccio preparaba la destrucción del instituto Bones, Christopher y Kimberly caían en la trampa de aquel desconocido.
-bien, obedecieron, buenos niños, tendrán su premio, la respuesta que ambos buscan está más cerca de lo que creen, ahora lo que en verdad importa, tengo en mis manos, las personas más importantes para ustedes, tienen dos horas para encontrarlos antes de que mueran. –en aquel momento colgó pero no sin antes hacerles escuchar los gritos de ayuda y dolor de Sam y Nathiel
-no pienso ponerme a traducir sus palabras –dice Kimberly enojada- ¿qué les estarán haciendo?
Christopher no le estaba prestando atención a sus palabras, ya estaba a un par de metros de ella “apúrate idiota” le grito a lo lejos, solo hizo una rabieta en voz baja en respuesta. Faltaban unas horas para el amanecer, ellos se dirigían al único lugar que se les ocurrió, el hogar de sus enemigos, el instituto Bones, ahora solo podían confiar uno en el otro, se necesitaban para salvar a los suyos y ellos lo sabían.
Corrían a la par, con sus cuchillos en mano, no miraban a sus espaldas, solo hacia adelante dispuestos a matar a quienes se pusieran en su camino. Cuando llegaron a la puerta de aquella iglesia tétrica, Christopher le entrego uno de sus cuchillos a Kimberly, y aquel que le quedaba en su mano derecha lo dividió en dos, su cuchillo favorito, uno doble.
Ambos en cada extremo de las puertas, miraban hacia adentro para ver quienes los esperaban, a su sorpresa no había nadie, solo la oscuridad los esperaba, se lo suponían, lo que los sorprendió fueron las pantallas alrededor del gran árbol, a pesar de la oscuridad las pantallas se podían ver. Una vez decididos a entrar abrieron las puertas a la par, como una película de terror las grandes rejas se cerraron inundando el silencio con un gran golpe al cerrarse, ambos se miraron y se sacaron las chaquetas del colegio a la vez. Al moverse los primeros metros grandes reflectores se prendieron alrededor del árbol, no llegaban a iluminar todo el lugar, solo sectores, (imaginen un poste de luz, con cuatro reflectores ubicados hacia los cuatro puntos cardinales, imaginen el suelo iluminado solo en cuatro partes, y cuatro partes oscuras, así estaba el colegio, iluminado solo en los puntos cardinales) las pantallas se prendieron pero no se lograba ver nada, solo líneas, se volvieron a mirar y se prepararon para ser atacados, pero nada sucedió, comenzaron a moverse, sin dejar de mirar a sus costados, hacia atrás previniendo un ataque, a los aproximados cinco metros las pantallas y los reflectores se prendieron, a los siete metros las pantallas comenzaron a emitir imágenes, primero el símbolo del colegio, el fondo era negro, el símbolo de un color blanco con sus hermosas serpientes en cada extremo de un color gris, dentro un Bones escrito, como siempre la “B” en rojo, giraba alrededor de su mismo eje, a los ocho metros recorridos el escudo del colegio desapareció, ahora había una boca pintada perfectamente de rojo, les sonreía macabramente, era la satisfacción de su plan, luego desapareció y ahora en las pantallas se veían a Sam y Nathiel con unas vendas negras en los ojos, sentados en sillas de metal, esposados en los extremos, la pantalla estaba en dividida en dos, por lo que daba a entender que ambos estaban en habitaciones diferentes, “Christopher esto es…” intento decir Sam pero el primer golpe eléctrico le recorrió el cuerpo y solo podía gritar, se lograba ver el sudor en la frente de Sam, las habitaciones debían ser calurosas pensaron Christopher y Kimberly, eso empeoraría las cosas.
-que lengua larga la ojos claros –dijo una mujer colgada en el balcón, sus piernas estaban sobre el barandal de cemento del balcón, para su sorpresa era un bufón, un payaso, tenía los labios perfectamente pintado en rojo, tenía el rostro cubierto pero no por completo, solo desde la nariz hacia arriba, una máscara lisa de un color blanco, ropa ajustada al cuerpo, un traje blanco con pelotitas negras en los extremos, a lo largo en el brazo, y sobre el pecho –se merecía ese ataque
-déjenlos en paz –grito Kimberly.
-“Déjenlos en paz” –repetía en modo de burla y comenzó a reír de manera psicópata, el movimiento al reírse la hizo resbalar y caer el suelo, aterrizo con la cabeza, un gran crujido cuando su cuello se rompió
-aprovechemos a movernos y busca… -un gran disparo lo interrumpió, buscaron el lugar del impacto y encontraron al bufón de pie, pero se había disparado así misma, tardaron en darse cuenta que no era la misma bufón, si no que una copia exacta, con el mismo traje, mismo maquillaje.
-pido disculpas por la anterior –pateo el cuerpo hacia atrás, manchando unos de los zapatos blancos en rojo –me presento soy… -antes de lograr terminar la frase una bala impacto en su cabeza, una línea de sangre recorrió la máscara, perdiéndose en el labio rojo y manchando el traje blanco, sobre una rama del gran árbol se encontraba otra copia exacta de la bufón.
-Soy Pagliaccio –salto de la rama, pero en el aterrizaje se torció el tobillo y le costaba el mantenerse en pie, lagrimas salían por debajo de la máscara, llevo el arma a su boca y jalo el gatillo.
-Pagliaccio nos llamamos –otra bufón hablo sobre el balcón, antes de inclinarse para saludar, se hizo dos pasos hacia atrás, toco el barandal con dos dedos y los dos alumnos entendieron, un error y muere, llevo una brazo a su estómago, y se inclinó en modo de respeto –pido perdón por la falta de respeto de mis… -miro el cuerpo de las otras tres con una sonrisa –ex compañeras, ahora sin más tardar por favor que comience el entretenimiento –dio dos aplausos y los alumnos del instituto Bones salieron de las sombras
-creo que estamos en problemas
-mueve el trasero cara de niña
Las pantallas ahora mostraban nuevamente a Sam y Nathiel, en este momento más bufones los estaban maltratando, en el fondo se podía ver a Caleb sonriendo “traidor” pensaron los dos a la vez, si algo es peor que jugar a dos puntas, es jugar a tres.
El rostro de Christopher cambio, ya estaba dejando ser el, era la hora de que el instituto conociera quien era Stephanoz, estiro los brazos a sus costados los cuchillos con mayor filo. Kimberly quiso tomarlo de brazo para hablarle, Stephanoz la aparto
-Le da asco el contacto humano –dijo Lucas a espaldas de Kimberly –un gusto soy Lucas
-y yo soy América, eres linda, ¿Sabes?
-basta América, estamos en problemas ahora, deja el ligue para después.
-ok
América saco de sus botas dos pistolas, Lucas dos tipos de cuchillos al estilo espadas, se miraron, e intercambiaron un arma, ahora ambos tenían una pistola y una espada, comenzaron a correr, por distintos lugares cubriendo más territorio, Stephanoz ya había matado a cinco. Disparos iban y venían, cuerpos caían, pero Kimberly aun no reaccionaba, ese cambio repentino en Christopher, un golpe la despertó de sus pensamientos, dos de sus compañeros estaban a atacándola.
-Estúpidos.
Kimberly estiro sus brazos para defenderse, cuchillos en mano, miraba con extrañeza el cuchillo que le dio Christopher, esquivaba, se movía hacia los costados esquivando golpes, los cuchillos, con un suave movimiento y fuerza le clavó el cuchillo en el cuello a uno de sus atacantes, le atravesó el cuello y para acabarlo lo giro en el lugar. Los cuchillos chocaban ruidos secos, incluso algunas chispas, para Kimberly no era un oponente, solo una práctica, se cansó de jugar, debía llegar rápido a Nathiel, trabo el cuchillo de su oponente con los dos de ella, golpeo fuerte el pecho de su oponente con una patada, pateo el cuchillo lejos, se arrodillo y le clavo los dos cuchillos en el corazón.
-estúpido
América y Lucas tenían sus oponentes, algunos le daban lucha, otros simples novatos, sus municiones iban directo a la cabeza de los demás, sus espadas se clavaban en cuellos o corazones. A América se le cayó la espada, Lucas le arrojo la de él, América lo cubrió mientras el corría a buscar la espada, encajaban muy bien.
Stephanoz se movía lentamente en la oscuridad, mientras mataba a sus compañeros de clases, olvidando los momentos de risas, saludos en los pasillos. No solo los mataba, sino que también  los hacia sufrir, les clavaba el cuchillo en el hombro y luego los giraba en el lugar, luego los clavaba en su cuello para acabarlos. Tenía a dos atacantes con él, ambos con un arma, a lo lejos se acercaban cuatro más, no pudo jugar con sus dos primeros contrincantes, solo les corto el cuello con un corte ligero y rápido, comenzó a correr hacia los cuatro atacantes, tiro los cuchillos hacia dos de ellos clavándolos en el cuello, luego se arrojó al suelo, sacándoles a dos cadáveres las armas que tenían en sus manos, les disparo las rodillas a los dos que faltaban, quienes se acercaban corriendo a él, cayeron al suelo, él se levantó, se acercó y les disparo en la frente.
Dos gritos de dolor les llamo la atención a Christopher, Kimberly, América y Lucas. En las pantallas del gran árbol se veían a Sam y Nathiel, ambos sufriendo de un gran dolor, estaban siendo electrocutados, sus uniformes estaban rotos, no tenían mangas en sus camisas, estaban cubiertos de sangre, sus ojos estaban hinchados, los labios partidos, en sus brazos desnudos estaban cubiertos de clavos que los atravesaban, en ese momento entraba Caleb a la habitación de Sam, le clavaba un clavo en cada palma de la mano, luego salió y entro a la habitación de Nathiel y repitió el proceso, salió. Stephanoz grito, un grito de furia, y cayó al suelo. Lucas lo había golpeado la nuca con el arma. Cuando Christopher despertó se desesperó no sabía dónde estarían, debía encontrar esa habitación, Sam lo necesitaba. “en la última torre” le dejo América, habían descubierto donde los tenían.
-perdón por golpearte, pero Stephanoz no me iba a escuchar
-está bien, hiciste bien
-ah por cierto él es… ¿Quién eres?
-Mi nombre es Zamir, un gusto
-te he visto en los pasillos –se levantó rápidamente, y puso el cuchillo a centímetros del cuello de Zamir- Eres un traidor
-no, estoy de su lado, ahora solo busco…
-venganza, buscamos lo mismo, ¿Por qué lo buscas, que te han hecho?
-mi familia me tendió una trampa, me encerró acá sabiendo que no soy capaz
-eres muy capaz –extendió la mano, aun con duda, y preocupación ya que su ultimo aliado lo traiciono – ¿aliados?
-amigos me gusta mas
-amigos
A lo lejos, una gran mansión, rodeada de vías de tren que cada hora entraban al gran castillo, y luego de media hora volvía a salir. En el gran salón sentado sobre aquel sillón rojo estaba el jefe de la familia Delveccio, frente a él había una mesa con cuatro tazas de café, una para cada jefe de las familias poderosas, Alighieri, Deary y Notri.
-señor, nuestro hombres están listos.
-estén listos, en la próxima noche atacaremos.
Christopher, América, Lucas, Kimberly y Zamir estaban sentados alrededor del gran árbol, algunas pantallas estaban rotas, rajadas, tenían agujeros de balas, solo una pantalla seguía “viva”, en ella solo se podía ver el escudo del colegio que giraba sobre su propio eje, alrededor de ellos los cuerpos de los alumnos muertos, algunos en la luz y otros en las sombras, incluso había aquellos que estaban con la mitad del cuerpo en la oscuridad y la otra parte alumbrados, con sus rostros desfigurados, con la sangre cubriendo el suelo de la iglesia, que iban hacia las raíces del gran árbol.
-fuerte gracias a la sangre de los inocentes, mientras otro mueren, él vive más.
-La torre tiene siete pisos, el primero está vigilado y me imagino que el resto igual.
-¿Quién los cuida?
-las bufones.
-bien un error y mueren
-no, estos no han cometidos errores, intentamos entrar mientras estabas inconsciente –dijo Zamir
-no es por echarte en cara nada, pero solo has logrado matar a dos, y tú no eres de gran ayuda en esto, deberías quedarte. –respondió secamente Christopher
-no puedo quedarme, no debo –se levantó Zamir del suelo, haciéndole frente a la situación, la adrenalina le corría por las venas, le llenaba el cuerpo.
-no podemos estar cuidándote la espalda, según ustedes esas bufones no cometen errores, nosotros tampoco podemos.
-dame una oportunidad, estoy destinado a morir, y si moriré que sea por algo bueno y no por el poder que buscan.
-bien, quédate, pero cambia ese destino, quítale el poder a esas personas, si no puedes hacerlo, vete ahora.
-será mejor que entremos ahora –dijo Zamir dirigiéndose a la última torre
-Christopher, ¿Está bien que se quede?
-Lucas, él es la pieza que nos falta.
-La puerta de la torre tenía un aspecto de antigüedad, de fragilidad pero era más resistente de lo que creían, golpes, patadas, disparos, nada lograba abrirla. Una gran explosión a unos metros de la gran puerta los puso alerta, preocupados de lo que fuese a suceder se pusieron en guardia, dispuesto a atacar, Zamir salió de los escombros.
-Creo que era más fácil, ha y las bufones del planta baja ya no podrán atacar, quedaron bajo los escombros.
Entraron, por encima de los escombros, obviamente no había ascensores, así que subieron por las escaleras, arriba los esperaban cuatro bufones, copias entre ellas, copias entre las que estaban muertas en el patio, cada una tenía una espada en cada mano, se pusieron en posición, y atacaron, los cuatro alumnos, se cubrieron las espaldas, una bufón para cada uno, golpes iban y venían, en cierta forma no era oponentes, en menos de diez minutos lograron acabarlas, así fue durante los próximos pisos hasta llegar hasta los últimos tres, las bufones aumentaban, su capacidad de pelea y fuerza igual, pasaron de tener dos para cada uno a cinco. En el quinto piso las bufones manejaban desde cuchillos a armas, tenían mayor agilidad, las pelotitas negras que tenían en el cuerpo no eran solo adornos, también eran bombas, dependiendo la bufón, cambiaba el tipo de bomba, desde bombas a gatillo, hasta a gases. Las cosas empeoraban, el tiempo se iba rápidamente, pronto amanecería, y llegarían los profesores, las cosas serían peor, ellos eran asesinos expertos.
-vamos, yo me encargare de ellas, sigan subiendo los pisos –grito Zamir –déjame cambiar mi destino Christopher
-pero no asi…
-¡vamos muevan el trasero!
Dejaron atrás a Zamir, luchando contra las bufones, fue un duro golpe, a pesar de que apenas estuvieron con él una horas pero que se halla sacrificado por dos personas que capaz halla solo visto un par de segundos en su vida, enfureció a Christopher, al llegar al sexto piso una gran explosión del piso de abajo se produjo, pero esta vez nadie salió de los escombros. Más bufones  que enfrentar.
-déjenos a nosotros, es hora de demostrar de lo que somos capaces.
-no, no dejare que nadie mas mue…
Lucas empujo a Christopher hacia la escalera, América a Kimberly, robaron una bomba a una de las bufones y la estallaron en la entrada de la escalera, era una bomba de gas, lo que tocaba derretía, lo que hizo que Kimberly obligue a Cristopher a subir
-ellos eligieron eso, no podemos hacer nada, no puedes controlar el futuro de los demás, no le quites el futuro a quienes están maltratando arriba.
A lo lejos en la mansión de los Delveccio ponían las últimas piezas en su lugar
-quiero que la dejen ir, que la lleve con su madre, en el mejor momento la matan.
-sí señor.
-¿El amo menor?
-supero la dos primeras pruebas, está en la última.
-bien, era un poco capaz, pero aun así si se interpone mátalo.
Una niña pelirroja salió de una habitación, en ella tenía todos los gusto que una niña podía tener, pero ella era infeliz, la niña iba vestida con un vestido rojo, y una vincha en el cabello, ojos claros y de piel blanca. La subieron a un helicóptero y la llevaron junto a su madre.
El último piso era enfrentar a un gran contrincante, a la directora, en una habitación oscura, grande. Los alumnos subieron, Christopher ya furioso, Kimberly agitada. La directora estaba vestida con un vestido negro ajustado a sus curvas, una camisa blanca marcando sus atributos de mujer. Les sonreía, les aplaudía.
-felicitaciones, han superado los dos primeros niveles con gran éxito, lo lamento por sus amigos, ahora deberán salvar a los dos que queda.
-como sabemos que aún viven, capaz ya los han matado, y nosotros dejamos sacrificar a las personas como si nada.
La directora aplaudió, la habitación oscura se ilumino, las paredes, incluyendo techo y suelo eran pantallas, en ellas se veían a Sam y Nathiel en una misma habitación, estaban vestidos con camisas de fuerzas, manchadas de sangre, unas antiparras cubriéndoles los ojos, las bocas cocidas, colgados de  cadenas. Debajo de ellos había grandes piletas llenas de agua, cables pelados alrededor. No se podía distinguir si estaban conscientes.
-si doy la orden de que caigan morirán sufriendo.
-como sabemos que estaban vivos, o solo están sus cadáveres colgados –dijo Kimberly
-bien, se los demostrare –la directora llevo una mano a su oído, y dijo lentamente –Caleb muestrales –Caleb entro a la habitación, dirigio un control hacia los alumnos colgados, los gritos comenzaron ahogados en parte porque no podían abrir la boca, algunos hilos cortaron los labios de los alumnos y sangre comenzó a caer a las piletas –bien, basta, ¿desean más pruebas?
Christopher grito, había estallado, su furia recorría las venas, mataría a todos, corrió hacia la directora, comenzó a atacarla, se movía con agilidad, atacaba con ambos brazos, la directora utilizaba espadas, chocaba con los cuchillos de Christopher, se apartó, rompió una parte de la pollera dejando una de sus piernas en libertad, piernas largas, nadie se resistiría a ellas, necesitaba movilidad, su alumno le daría pelea, llevaba tacos de aguja, aun así era rápida, golpeaba con los mangos el cuerpo de Christopher no con las hojas de las espadas, no deseaba lastimarlo, no podía hacerlo.
-Vamos idiota –le grito a Kimberly –intentaba salvarlos.
La directora en ese momento se dio cuenta de algo, despertó a quien no debía, se sentía orgullosa, llevo su mano al oído y repitió “Caleb”, el profesor volvió a entrar a la sala, volvió a dirigir el control hacia los alumnos, esta vez la descarga eléctrica fue mayor, al igual que los gritos, los hilos cortaron el labio, ya nada los callaba pero no podían hablar, el dolor los agobiaba, la sangre seguía cayendo, el líquido transparente comenzaba a teñirse de rojo, no daban más, ambos como si estuvieran sincronizados dejaron caer sus cabezas a un costado, el dolor los dejo inconscientes.
Christopher analiza mientras golpea, Kimberly se le uno a la pelea, entre los dos atacan a la directora, pero ella es muy hábil, no es una novata como aquellas que han matado hace unas horas. Horas, el tiempo se acaba, “discúlpame” salió de la boca de Christopher y golpeo a Kimberly en la nuca, dejándola caer en el medio de la habitación, tomo las armas de ella y se las arrojo a la directora, esta logra esquivarlas y evitar que le corten el cuello, pero aun así una de sus mejillas recibió un gran corte. Comenzó a correr, a golpear fuertemente sus cuchillos con las espadas de la directora, era hora, necesitaba terminar todo, usaba la fuerza como la mentalidad, necesitaba distraerla y dar el golpe final, se alejó, saco un arma de su zapato, eso lo aprendió de América, disparo hacia una de las pantallas esta largo grandes chispas, e hizo una leve explosión, provocando que el resto hiciera lo mismo, una reacción en cadena, el cuarto se volvió oscuro, aprovecha la distracción de la directora, que mira el cuarto, y arroja uno de los cuchillos hacia los tacos, cortándolos, haciendo que la directora pierda el equilibrio y caiga, con velocidad corre hacia detrás de ella y le susurra al oído “gane” lleva el cuchillo que le queda al cuello de aquella mujer, y cuando estaba por cortarlo, en aquella habitación vuelve a iluminarse, quien entra es Zamir con una niña en manos.
-La dejaron en la puerta del instituto, insistió que la trajera aquí, con su madre –En ese momento logra darse cuenta que llego justo en el momento en que el juego terminaba –Eh perdón, si quieren vuelvo más tardo, veo que interrumpo.
Christopher sin más larga una pequeña carcajada, Zamir deja en el suelo a la niña, sacándole las antiparras que le habían colocado- Christopher sintió lágrimas en los ojos, la directora lloraba “hija” susurraba, él no era nadie para evitar ese reencuentro, era obvio que la ha buscado por mucho tiempo, saca el cuchillo del cuello de la directora quien corre hacia el encuentro con su hija, ambas se abrazan, lloran.
-entra, te llevaras una gran sorpresa.
-antes que llegues a tu reencuentro amoroso, la mujer llore de felicidad, y yo vomite arcoíris, me podrías decir porque pitufina esta tirada en el suelo –dice Zamir caminando hacia Kimberly.
-solo ayúdala a que despierte.
Al entrar por la puerta una Sonriente Sam corre a su espera, un poco golpeada, y moreteada pero nada más, sana y salvo, sus labios intactos, como el imaginaba, los profesores no están autorizados a hacer daño a los alumnos. La besa, lo que a ella lo sorprende.
-te he visto, Stephanoz lo ha hecho muy bien en el séptimo piso.
-ese no ha sido Stephanoz, señorita Notri –responde la directora entrando a la habitación –quien usted ha visto es al señor Notri, él ha sacado su verdadero potencial, su sadismo y quien es el verdadero peligro aquí.
En ese momento la mente de Christopher se nubla, las cosas no van bien, saca una carcajada y el telón baja, la oscuridad se hace dueño de él, y sin más cae al suelo. “podre estar ayudándote ahora, pero recuerda, soy tu enemigo” decía Stephanoz en la mente de ambos. Imaginen esto, un cuarto grande, de fondo negro, que no sabes si estas pisando el suelo o frotando, ahora ves a dos personas, esas dos personas llevan una túnica por llamarlo así, también de color negro, pero llevan vestimenta blanca y tu ahí frente a ellos, mientras que sus miradas son de odio pero no para ti, si no entre ellos, obviamente no se dan cuenta de tu presencia, pero estas más preocupado por el no saber si estas flotando en el aire o tocando el suelo, así que imagina, imagina el lugar en el que deseas estar, capaz una biblioteca, mientras tú vas hacia una estantería grande, donde están los libros que tanto buscabas, aquellas dos personas se sacan las capuchas de las túnicas, son iguales, copias exactas, ambos levantan el brazo derecho, una pulsera negra en la muñeca, de la cual cuelga una llave, se señalan, en la mano un anillo, es hermoso, ¿verdad?, la cadena se mueve, comienza a crecer, la cadena de Christopher va hacia el cuello de Stephanoz y la de este hace lo mismo, las cadenas rodean sus cuellos, comienzan a apretar, a ahorcarlos, la guerra mental comenzaría nuevamente.
Christopher despierta en una camioneta, con duda, no sabe lo que sucede, ¿ha donde lo están llevando? ¿Esto es otra trampa? De pronto se tranquiliza, ve a Sam a su lado, durmiendo, llevaba el uniforme del colegio, y se dio cuenta que el también, ¿Quién lo había vestido? Comenzó a ponerse colorado.
-No te preocupes, América y yo te cambiamos, llevas dormido bastantes horas, nos tenías preocupados –dijo Zamir frente a el.
-¿A dónde vamos?
-la directora dio la orden de trasladarnos, los alumnos que quedamos, iremos a un campo.
-¿Cuántos quedamos?
-aproximadamente 25
En ese momento la camioneta entraba por una reja, se dirigían a una casa de campo, muy grande, hermosa y lujosa, estacionaron frente a ellas, despertó suavemente a Sam quien lo recibió con un gran abrazo, eran los últimos en llegar, el salón principal es gigante, una escalera doble al frente de la puerta principal, grandes ventanales a los costados, un lujo de vivienda.
Una niña con un vestido rojo entra al lugar, sonriendo y saltando, sube las escaleras, y pronuncia:
-mi mami me dijo que se preparen, que la fiesta será en dos horas, que se vistan para la ocasión.
La niña siguió su camino, saltando alegremente. Los alumnos buscaron las habitaciones, estaban en pasillos alejados, en las puertas estaban sus iniciales, “C.S.N” “S.A.N” iniciales, solo eso, ellos no se sentían como ellos, sabían que sus identidades eran falsas, ¿Pero quienes eran?
“No importa quién eres, si no quien quieres llegar a ser”
En aquella mansión donde trenes entraban y salían, los jefes de las familias estaban listos, el jefe de los Notri hablo:
-dejen que mis hombres vallan
-sí, los necesitare, los míos irán a la iglesia, será mejor cubrir más terreno.
Soldados, por llamarlos de alguna forma subían en helicópteros, preparados para atacar, para destruir, era hora de acabar lo que nunca debió comenzar.
Christopher y Zamir salieron a la vez, ambos llevaban un traje negro, como el resto de los alumnos varones, en el cuello de la camisa llevaban un prendedor con el escudo del instituto Bones, esperaron hasta que el resto estuvieran listos antes de partir, “nos veremos a la medianoche en aquel bosque” dijo Christopher. Las mujeres llevaban un gran vestido negro, zapatos a tacón, guantes negros, y pendientes con el escudo del instituto.
Era una noche llena de estrellas, mesas redondas cubiertas de manteles blancos, arboles alrededor, como si fuese una cena secreta. Los alumnos llegaron todos juntos, se fueron ubicando lentamente, entre charlas y risas, música de fondo, la cena llego, el tiempo paso, y faltaban cinco minutos para la medianoche, la música lenta y adecuada para la cena acabo, ahora sonaba música más movida, los alumnos se levantaron, buscaron pareja de baile, y salieron a bailar. Los cinco aliados de venganza se levantaron y se escabulleron entre los árboles y la noche.
-¿Por qué estamos aquí? –pregunta Luca.
-algo va mal en todo esto, de la nada nos cambian de ubicación, la directora no hace aparición, algo pasa, y debemos saber que, tenemos el derecho.
Ya son más de las tres de la mañana, los alumnos comienzan a retirarse a la mansión, en el cielo ven pasar varios helicópteros, nadie le da importancia. Una vez que llegan a la mansión, y todos a dentro, las luces comienzan a parpadear, los vidrios estallan, y los soldados comienzan a atacar, los alumnos se ponen en guardia, y la verdadera guerra comienza.
-Esto no es una prueba más, esto es un verdadero ataque, demuestren quienes son –decía la directora por los altavoces, profesores salían en defensa y a pelear también, pero faltaban cinco alumnos, quienes se dirigían a paso lento a la mansión.
-algo pasa, esos helicópteros no pasaron por acá por casualidad.
-basta Chris, exageras todo.
Estando a metros comenzaron a escuchar disparos, gritos, incluso explosiones, sacaron sus armas, y comenzaron a correr, cuando entraron se dieron cuenta del desastre que había dentro de la mansión, soldados peleando con alumnos en las escaleras, en los pasillos, disparos, golpes, se defenderían con lo que tenían, no se dejarían vencer.
-Christopher, mira a los soldados –decía Sam con desesperación.
-¿Qué tienen?
-¡solo míralos! Tienen el escudo de la familia Notri, nos están traicionando, somos sus…
-nos traicionaron hace mucho tiempo, no creas que nos defenderían.
-pero…
-ellos mataron a nuestro padre, ¡ellos fueron! Mira bien ese escudo Sam, ellos también nos han traicionado –Christopher comenzó a desesperarse, debía decirle la verdad, ahora o nunca.
-pero nuestro padre todas las noches hablaba con su familia por teléfono, escuchábamos su alegría, y como se disculpaba por no estar con ellos
Christopher le tomo el rostro a Sam –con quien hablaba todas las noches, era con su hijo, con su sangre –la noticia desespero a Sam.
-no, el…
-míralo –señalo a Zamir que estaba a unos metros demostrando que no seguiría siendo débil –míralo y niégame que no se parecen, mira sus ojos, y como sonríe, él es su hijo, y el heredero de los Delveccio.
Sam comenzó a llorar, las lágrimas salían y recorrían su rostro, en ese momento una bomba estallo, y la escalera se vino abajo, cayendo sobre alumnos y soldados, entre ellos, se encontraba Zamir, las lágrimas de Sam se convirtieron en llanto, el hijo de su padre estaba muerto, ahora no saldría de los escombros, ya no.
-Perdóneme amo menor –dijo uno de los sirvientes de los Delveccio y se llevó el arma a la boca, jalando del gatillo.
Kimberly se acercó a Christopher y Sam, dispuesta a atacarlos –ahora somos enemigos –rio locamente –discúlpame pero nuestra alianza está rota –corrió a clavarle el cuchillo a Christopher pero Sam se puso en su camino, quien recibió la puñalada fue ella. El lugar le daba vueltas, Christopher grito, el cuerpo de Sam estaba en el suelo, “vamos a divertirnos” decía Stephanoz en la mente de ambos, ambos corrieron a atacar a Kimberly.
Fin de la primer parte.

martes, 5 de agosto de 2014

Cementerio

-Quiero a mi hija conmigo –Y su voz de mujer sonaba triste y desesperada, aquella mujer estaba sentada en un bar, con un café en sus manos.
-No sabemos si está viva. –Cada vez más noticias desgarradoras, cada vez se volvía mas loca.
-Aunque sea quiero su cuerpo, quiero darle una adecuada sepultura. –Todos merecemos una sepultura, aunque sea con un cajón lleno de rocas, sin cuerpo.
Secretos, todo gira alrededor de secretos, es el punto inicial y final de esta historia. Se levantó de aquel bar y se dirigió hacia la salida, pero un “ellos capaz la tengan” la detuvo, se dio media vuelta, y un “los arruinare” salió de su boca, de un momento a otro desapareció, se perdió en la noche de Inglaterra.
-Quiero… Quiero que seas mía. –Las palabras salían de un chico medio alto, con cabellos corto, ojos comunes, en si no tenía nada especial.
-ja, Ja, ja no –a pesar de tener una dulce voz lo dijo de una forma seca y doliente –ahora  vete de mí puta vista.
-Apenas llevamos un día y es el tercer pretendiente al que le pateas el culo. –Nathiel está parado frente a unas de las columnas, con un pie apoyado en ella, bajo los pocos escalones que lo separaban de su amada
-Es que mi chico se pondrá celoso, y además no son lo suficiente para mí.
-¿Acaso yo lo soy? –la abrazo rodeando su cintura con sus brazos.
-Eres más de lo que merezco. –Kimberly lo besa, lenta y perezosamente, demostrándole todo el amor que tenía.
Sus besos eran apasionados, únicos, se amaban, darían la vida el uno por el otro, no se juraban amor eterno, se prometían amarse hasta el día siguiente, el amor puede esfumarse en cualquier momento.
-¿Por qué tenemos la misma habitación? –dijo mirando hacia la ventana, apreciando el cielo, no llovería, estos días no llovería, detrás de ella una habitación amplia, de un color caramelo, con muebles al estilo imperial, espacioso, con una cama para dos.
-porque deberán fingir que son pareja, al colegio no le importa si los hombres se mezclan con las mujeres. –Caleb hablaba desde la puerta de la habitación.
-vamos cielo, ¿te molesta dormir en la misma cama? –Christopher le da una palmada en el trasero a Sam.
-me molesta que un profesor este en nuestro cuarto, los profesores tienen prohibida la entrada a los dormitorios de los alumnos. 
-¿Sabes que solo estoy acá para ayudarlos?
-pero aún es un profesor del instituto. –Sam se alejó de la ventana y mirando aquella habitación donde compartiría habitación con alguien que debía fingir que la amaba, eso es lo que le dolía, que fingieran amor.
-controla a tu novia, nos meterá en problemas –Caleb se fue de la habitación, tomando el camino de la derecha.
Caleb era de una altura promedio, pelo corto, ojos normales, y con doble sonrisa, una de amistad, y otra de traición.
Secretos, mentiras, guiones preparados, sonrisas falsas, todo está encadenado.
Christopher miraba por la ventana de su habitación, extrañado mira a Kimberly, algo de ella le llamaba la atención, esa mujer que paseaba por el patio con su minifalda, y cabello azulado, de grandes ojos tenía algo… algo que despertaba la duda. Esos grandes ojos le recuerdan aquel bebe, ¿Dónde se encontrara ahora?
-Déjame ser tú para siempre amor, quiero hacerte feliz. –era el cuarto pretendiente que se le confesaba esa día, este era alto, de ojos claros, pelo dorado, sonrisa encantadora, pero...
-Las personas se van de nuestras vidas por distintas razones, quizás porque debían dejar marcas de su presencia, alguna enseñanza o no creyeron lo suficiente en nosotros, por eso no creas en el <<siempre estaré>> porque jamás existió, todos alguna vez te abandonan, e incluso nunca regresan. Ahora aléjate de mí puta vista antes de que te termine matando, y sabes que está permitido.
-¿No has sido muy cruel? –Nathiel le hablaba sentado detrás de una columna.
-que se entere de una maldita vez que la vida no es un cuento de hadas. –Kim estaba harta, de todo eso, que le juraran amor eterno, sin saber lo que era.
A lo lejos, una gran mansión, una hermosa residencia con rosas en los jardines, muy hermosa de día, pero tan sombría de noche. Dentro una gran mesa, en unos de los extremos un hombre de edad avanzada estaba sentado con una gran copa de un líquido rojo en la mano.
-Hijo mío, llego la hora de que entres al colegio, y pido que sigas manteniendo el perfil bajo, vienes de dos grandes familias de asesinos, y que seas el heredero de las familias fundadoras te traerán falsos amigos y grandes enemigos, lo que me importa es tu vida.
Aquel chico, no muy alto y no muy fuerte salió del comedor sin mirar atrás, con preocupación, tenía un gran peso encima, el ser el heredero del instituto Bones le ponía por delante una gran prueba, estar dentro de los diez mejores.
-Señor, él está en el instituto. –el mayordomo entro a aquella habitación, luego que su amo menor saliera de ella, lo miro con tristeza, lo había visto crecer, le había tomado tanto cariño.
-Encuéntrenlo y mátenlo –miro a su mayordomo, con frialdad
-¿Qué pasa si no lo encontramos? –cabía esa posibilidad, sería difícil, cien alumnos habían entrado, podía ser cualquiera de ellos
-Quemen el colegio con todos adentro. –debía encontrar al joven, y matarlo.
-Señor, el amo menor est… -el anciano se levantó de aquella silla y se dirigió hacia la chimenea.
-Con todos adentro, sin excepción. –se tomó el contenido de la copa y la dejo apoyada arriba de la chimenea.
Los pasillos del colegio se sentían tan vacíos sin el caminar de la mano con ella, luego de que el “profesor” salió de la habitación se pelearon, esas peleas de pareja aunque solo sea amor fingido, ¿Sam, sentirá lo que el cuándo solo fue usado? Se queda de pie en unas de las salidas hacia el patio, un gran árbol en el centro de aquel gran patio, agradece que este ahí porque con el calor de este verano interminable produce mucha sombra, y con el uniforme “escolar” es agradable estar tirado en la sombra.
-¿Y tú noviecita? –abrió los ojos y levanto la mirada, mirando aquella mujer que interrumpía su siesta.         
Quien le hablaba solo era una compañera de clases, Zgat, un nombre raro, pero que le quedaba perfecto a la clase de mujer que era, Z (zorra) G (punto g, sutil forma de llamarla ninfómana) AT (de cat, gato en inglés) un apodo muy apropiado para la mujer que más hombres y mujeres ha llevado a su cama, porque no importaba el sexo, todos caían en esas piernas largas, busto perfecto, y trasero bien formado, perdidos en su mirada de ojos claros y embellecidos con el movimiento de su pelo largo oscuro.
-Nos peleamos. –volvió a cerrar los ojos, deseando que se fuera y poder dormir.
-Oh! Que mal, ven a mi pieza cielo, te hare olvidarte de ella. –sonrió.
-Nada de eso perra, aléjate de mí hombre ahora. –Sam se acercaba lentamente, y con la mirada clavada en aquella mujer.
-Se nota que no le das lo que necesita, en ningún momento se negó. –aun sonreía, no lo dejaría escapar.
-Claro, si no lo dejas hablar, sacudiendo tus pechos de un lado a otro, más te vale que te vallas, o te ahorcare con tus extensiones.
-Perra – La niña mimada no acepta un no, y volverá intentar tener a ese hombre en su cama, no es que le llame la atención o por su belleza, porque si por algo destacaba Christopher no era por su belleza, pero Sam se lo impidió, ahora lo deseaba.
-Claro, al señor se le aparece un par de buenas siliconas y el regando el árbol con su baba. –Christopher abrió los ojos, viendo como Sam lo miraba con seriedad, y rabia en los ojos.
-¿puede operarse con esa edad? –la miraba con seriedad, mostrando duda, ¿se podía?
-Vamos al cuarto, ahora –lo miro con más seriedad, y comenzó a caminar por el patio.
-¿Pero puede? –se levantó, resignándose, esa tarde no dormiría siesta, fue detrás de Sam bostezando.
Del otro lado del árbol Kimberly se partía de la risa sentada en una de las ramas del árbol, no era la única interesada en Christopher, aunque ella lo buscaba de otra forma, ya tenía el mejor sexo del mundo en su cama, no necesitaba a nadie más.
-Amor, ¿Se puede operar? –Nathiel la miraba desde abajo, con la duda en su cara.
-No seas estúpido Nathiel, no te lo diré. –Kim bajo del árbol, lo miro conteniendo la risa.
-igual las tuyas son perfectas. –le beso la mejilla
Nathiel la toma de la mano, y juntos se van a su habitación, ese día no habría clases, los profesores anunciaron que estarían preparando unas pruebas sorpresas para medir la capacidad de sus alumnos.
Kimberly & Nathiel estaban acostados en la cama de la habitación, ellos también compartían habitación ya que eran parejas, abrazados, de la mano, ellos eran uno, aunque ella no lo quisiera admitir, tenía miedo de perderlo, el igual, pero el miedo no le impedía decirle que la amaba
-Te amo. –la beso dulcemente en los labios.
-algún día me iré, y arruinare tanto tu vida que entraras al mundo del alcohol, pero no podrás borrarme de tu mente, cuando me valla dejare tantas marcas en ti. –se separó de su beso, y se sentó en la cama, dándole la espalda a su amado
-no es necesario que te vallas, ya has dejado bastantes marcas, y no hablo las de tus uñas en mi espalda, Te amo voz de niña, eres jodidamente irresistible. –se acercó a ella, y le beso la espalda, la envolvió en sus brazos.
-te amo, y no solo por el buen sexo. –se dio vuelta, y lo beso con toda la pasión y amor que su corazón sentía.
Kimberly, una chica dulce, y a la vez sádica, su mayor sueño morir teniendo el mejor sexo de su vida. Nathiel, su compañero de matanzas, y de cama, capaz de dar su vida por ella.
-podría morir en tus brazos en cualquier momento. –se subió encima de él, apoyando sus manos en el pecho desnudo de su amante, Kim lo miro desde arriba de él, lo amaba.
-podría morir por ti. –la abrazo, y luego la beso nuevamente dulcemente, quería volver a ser uno con ella.
En ese momento suena el móvil de Kimberly, una sorpresa cayó sobre ella, reconocía la voz, ¿Pero de quién era?
-Tengo algo que te va a interesar demasiado, es sobre tu familia, estaré esperando por ti en el cementerio que está cerca del instituto, no le digas a tu compañero, ya es muy tarde para que una niña salga sola, dile alguna mentira. –la cara de Kim cambio drásticamente, su familia, que sabrían de ellos.
-Nathiel, saldré un rato, me sofoco en la habitación. –Nathiel la miro, asintió, se quedaría con las ganas de sentir nuevamente su cuerpo, lo mejor sería vestirse.
Le dio un suave beso en los labios, sabía que no debía mentirle, pero no se arriesgaría, quizás sea mentira sobre la información de su familia, pero ¿y si era cierto? No podría perder la oportunidad de encontrarlos. Antes de salir de la habitación se dirigio hacia la mesita de luz, del cajón toma una cajita musical, la abrió y tomo una de las pastillas que se encontraba dentro
-Si no te cuidas tú, debo hacerlo yo –Le dio una última sonrisa y salió
En otro de los pasillos del colegio sonaba un segundo móvil, el que atendía era Christopher, no reconoció la voz de quien lo llamaba.
-Se tu secreto, y conozco algo que te ayudara, en diez minutos en el cementerio cercano al instituto, no te preocupes por tu compañera, ella no está en la cama –miro hacia la cama donde debería estar su compañera, ¿Cómo sabia eso?
Y así era, Sam no estaba en la cama, se había ido cuando llegaron al cuarto, luego del episodio con Zgat, no había dormido en la misma habitación, ni siquiera había dormido. Christopher se estaba preparando, en cinco minutos se había puesto el uniforme del instituto, algo que le gustaba del uniforme era el color negro, lo ayudaría a perderse en la noche, eso sería de gran ayuda. En otro lado Kimberly salía ya vestida, sus piernas lucían en aquel uniforme, salía preparada, si llegaba a ser una trampa tenía su cuchillo favorito en las botas, listo para ser usado
-Prepárate por si llega a ser una trampa.
-Estoy listo, y es lo más probable que sea, no seas estúpido Christopher.
-Lo se Stephanoz.
En el pasillo más oscuro del colegio el cuerpo de una alumna caía al suelo, frente a ella el agresor, sonreía con satisfacción, no la había matado, la dejo inconsciente, tenía unos grandes planes para ella.
Los dos alumnos del instituto entraban al gran cementerio, por las entradas laterales, no se cruzaron en ningún momento, ¿Pero cómo encontrarían a quien buscaban?
El cementerio era uno de los más grandes, las tumbas estaban ubicadas perfectamente, digamos alineadas una de las otras, grandes árboles esparcidos por todo el terreno, en el centro un gran árbol, el de mayor tamaño, una gran copa, ahí es donde ellos se dirigían, el camino algo tenebroso, pero Christopher estaba emocionado con el paisaje, era amante de los lugares tétricos, y parecía un niño en un parque de diversiones.
En algún lugar del colegio se encontraba dos personas, una amordazada, tirada en el suelo, tenía una pelota en la boca atada con dos sogas en los extremos, la víctima no lloraba, ni suplicaba, era fuerte, tenía con ella una cara de orgullo no le mostraría debilidad, la agresora se acercó lentamente a ella, llevaba el uniforme escolar femenino, una pollera que servía para mostrar las sensualidad de las mujeres del instituto, si algo tenia Bones, además de los mejores asesinos, eran las más hermosas mujeres, el pelo en un rodete, para no mancharse con sangre. La tomo del pelo, la levanto y la dejo en una silla cercana, comenzó a golpearla,  lentamente, le gusta jugar con sus presas, quería que desearan la muerte, a la media hora la víctima tenía un ojo morado, el labio cortado, y varios cortes en el rostro, por último, porque ya la aburría, la tomo del pelo, la llevo a su muerte, había preparado en un contenedor varios vidrios, cosas contundentes debajo de la ventana del aula, abrió la ventana y antes de arrojarla al vacío, le dijo al oído, “aléjate de mí hombre perra”. Sam la tiro por la ventana, había preparado una hermosa muerte para ella.
-Vamos, ¿no era que los felinos caían de pie?
Había caído en aquel contenedor, muchos objetos atravesaban su cuerpo, el que más resaltaba era aquel que atravesaba su ojo, la sangre comenzaba a llenar el lugar, Sam solo sonreía, bajo lentamente las escaleras hasta donde estaba ella, pero no logro llegar a su víctima, no podría seguir jugando, porque alguien la esperaba al final del camino, su vista comenzó a oscurecer, todo se volvía negro, y la sonrisa de su agresor resaltaba en la oscuridad, su cuerpo callo, alguien comenzó a mover las piezas.
Allí se encontraban ellos, en el mismo árbol, buscando respuestas, cada uno mirando a algún lugar sin percatarse de la presencia del otro, un disparo fue dirigido al centro del árbol, no era para ninguno de ellos, solamente era para se den cuenta de la presencia del otro, corrieron al lugar donde impactó el fusil, se vieron pero ninguno hizo daño al otro, confiaron por instinto y salieron corriendo hacia donde técnicamente tendría que estar el francotirador, llegaron hasta una tumba, sabían que debían parar ahí, una linterna había sobre ella.
-Cubriré tu espalda  -dijo Christopher, se pusieron espalda con espalda, y sacaron sus armas, Kimberly tenía en su mano su cuchillo favorito lista para atacar a la oscuridad, en cambio Christopher tenía dos cuchillos, uno en cada mano, en ese momento era aliados, compañeros.
-¿Por qué estás aquí? –la miro sobre su hombro.
-alguien me llamo, dijo que tenía cosas que me interesaría, y ¿tu? –ella hizo lo mismo y rápidamente volvió a dirigir la vista a la oscuridad.
-Me dijeron lo mismo –el miraba hacia lo oscuro, esperando que llegara algún agresor.
-Esto es una trampa estúpida, pensé que éramos más inteligentes. –en ese momento el teléfono de Christopher sonó.
-Son inteligentes, pero ahora fueron atacados con lo que buscan, ponme en altavoz –el obedeció, sabía que diría algo que Kimberly debería escuchar.
-bien, obedecieron, buenos niños, tendrán su premio, la respuesta que ambos buscan está más cerca de lo que creen, ahora lo que en verdad importa, tengo en mis manos, las personas más importantes para ustedes, tienen dos horas para encontrarlos antes de que mueran.

I


Había caído en aquel contenedor, muchos objetos atravesaban su cuerpo, el que más resaltaba era aquel que atravesaba su ojo, la sangre comenzaba a llenar el lugar, Sam solo sonreía, bajo lentamente las escaleras hasta donde estaba ella, pero no logro llegar a su víctima, no podría seguir jugando, porque alguien la esperaba al final del camino, intento seguir su camino, pero esta persona no se lo permitía, saco un cuchillo del bolsillo. Sam tenia atado el pelo con un puñal, tenía forma de colmillo, la punta termina en punta, en filo, se lo saco dejando caer su cabello en sus hombros, lo dirigió hacia su oponente, sonrió, estaba preparada para lo peor. Los ojos de cada uno clavados en los del otro, Sam necesitaba acabar con el rápidamente, tenía trabajo que terminar. Se acercó caminando lentamente para atacar, y levanto su brazo con el puñal, pero aquel detuvo el golpe con su brazo, quedaron cara a cara, el rostro de Sam se tornó pálido, y sin emoción, luego cambio a ira, pateo la rodilla del oponente, este se torció un poco, luego cuando estaba por clavar el puñal, alguien apareció por la espalda de Sam, y la golpeó fuertemente, su vista comenzó a oscurecer, todo se volvía negro, y la sonrisa de su agresor resaltaba en la oscuridad. “levántala” ordeno, Nathiel obedeció, al agacharse para levantar a la morocha, el profesor se acercó y  le dio un toque eléctrico en el cuello, desmayándolo, las piezas comenzaron a moverse.